sábado, 10 de agosto de 2024

Impact of COVID-19 on the territory and demographic processes: A view from spanish rural and urban areas


Hotspots and coldspots of population growth/decline in relative terms between 2020 and 2022


The current physiognomy and problems of rural and urban territories in Spain are directly related to the demographic processes linked to the rural exodus of the 1960s. In the year 2020, a new problem and/or conditioning factor arose, COVID-19, which has modified dynamics, routines, and aspects of the daily life of the population. The objectives of this research are to check whether there are differences in the effect of COVID-19 between urban and rural municipalities and, in turn, to analyse the demographic dynamics of the population between 2020 and 2022, as well as territorial distribution patterns. To this end, population data were extracted from the Population Register and Residential Variation data for the period 2010 and 2022 and demographic and statistical calculations (Student’s t-test and Pearson’s correlation) were carried out. Among the main results, it is observed that COVID-19 has less of an effect in Spanish rural areas. Moreover, these areas show a positive demographic trend for the period 2020–2022. Population growth has had a direct influence on the improvement of demographic data, although with differences according to autonomous communities. This fact represents a break in the trend in rural areas, but is beginning to show signs of exhaustion and a return to the pre-pandemic trend.

[...]

Conclusions

The study and analysis of the population dynamics and demographic indicators of the different Spanish municipalities and their differential behaviour between the pre-pandemic and post-confinement periods require greater attention from the academic, political, and institutional world at different levels. For this reason, this article has analysed the impact that COVID-19 has had on the level of infections and deaths in different Spanish autonomous communities, according to the type of municipality (rural/non-rural). On the other hand, the effect of the pandemic on the population trend in rural areas was studied, as well as its impact on some typical demographic indicators of rurality (sex ratio, dependency, and ageing). The results obtained highlight a change in population behaviour in Spain as a whole, especially between 2020 and 2022, where there was a loss or stagnation of population in urban areas and a gain in rural areas. However, this study highlights that this process is beginning to show signs of exhaustion and a return to pre-pandemic population trends is in sight, albeit in a more attenuated form.

Thus, in demographic terms, rural areas have experienced years of population growth linked to COVID-19. The fear of contagion, the search for large and uncongested spaces, the mythification of rural life, the spread of teleworking, and the improvement in telecommunications have been a spur to the constant decline in population in rural municipalities. However, the authors do not consider COVID-19 to be the main cause, although it has contributed to the rural renaissance, as it has accelerated cultural trends already existing in society [48,49,50]. This change in trend appears to have been merely cyclical, as the 2022 data begin to show signs of a return to pre-pandemic population dynamics. During 2022, rural areas have experienced lower population growth and even decreases, although not to pre-pandemic levels, while intermediate and urban areas have once again experienced increases in their population. This fact is also beginning to undermine the good results that could be seen in population growth and, therefore, in the demographic indicators for the 2020–2022 period. The return to normality, the greater cultural and leisure offers in the cities, and the greater presence of work/academic activities is causing the population to return to urban or peri-urban areas and to leave remote rural areas.
Consequently, this study shows the need to continue developing rural areas, which have been seen as useful and necessary for the population in the current scenario of the health crisis. It is thus necessary to continue working on improving the provision of services and infrastructures that improve the quality of life of the local population and attract future inhabitants. In this sense, the existence of good internet connectivity is fundamental for the development of these municipalities, thus the digitalisation of the rural world is a key factor in the evolution and future of these areas, especially because of the normalisation, if not generalisation, of teleworking. All of these actions are important to take advantage of the brake that the pandemic has put on the decline in population in these territories, as everything points to a return to pre-pandemic dynamics.

Finally, future research should analyse whether the accessibility study carried out by the Spanish Government has a clear relationship with the demographic growth that occurred during the pandemic in rural municipalities, as well as analyse the population evolution of these areas in the coming years.





El efecto pandemia se desinfla: la vivienda rural no despega




Antonio, de 84 años, decidió despedirse de sus vecinos en un pequeño municipio de la montaña asturiana en septiembre de 2021. Dejó el pueblo de 30 habitantes para mudarse a una residencia en un municipio mayor, a unos 30 kilómetros. La falta de servicios en la zona rural, la ausencia de transporte público que limita la posibilidad de desplazarse y las condiciones duras del invierno en los Picos de Europa le hicieron tomar la decisión. En 2022, Rocío Meiriño (29 años) se compró una casa para reformar en un pequeño municipio gallego. Ahora comparte con su más de medio millón de seguidores de Instagram la evolución de la reforma y, también, las particularidades de la vida en un pequeño pueblo: “Mi pareja y yo queríamos irnos a vivir juntos, pero los alquileres están carísimos y era inviable. Vimos por casualidad la casa anunciada en un pueblo… Estaba derruida, pero tenía posibilidades y nos pareció un chollo”, explica.

Pero el relevo habitual de vendedores no suelen ser jóvenes que se instalan, sino personas de mediana edad que buscan una casa para veranear o huir del bullicio durante unos meses. “Yo entiendo que la gente tenga que ir a la ciudad por las oportunidades laborales, pero nosotros tenemos la inmensa suerte de poder trabajar aquí”. Meiriño reconoce que su caso no es muy habitual, y explica que compraron la casa porque tenía un precio “muy reducido” y porque podrían reformarla ellos mismos.

Alguien que conoce bien historias como la de Antonio y Rocío es Manuel Arias, gerente de Arias-Martín Inmobiliaria y presidente de la Asociación de Inmobiliarias de Salamanca. Explica que quienes suelen comprar casas en municipios pequeños buscan espacios de recreo y precios asequibles. “Se vende mucho a personas de fuera de la provincia. Suelen venir de grandes ciudades y buscan algo muy económico, un lugar donde disfrutar al aire libre, hacer barbacoa o venir a las fiestas del pueblo”, cuenta.

Arias detalla que no hay demanda en las franjas de edad más bajas: “Hubo un pequeño tirón después de la pandemia, por el teletrabajo, pero el perfil de comprador es más de personas de mediana edad que buscan una segunda residencia”. El principal problema, señala, son las comunicaciones y los servicios: “Muchos municipios no disponen siquiera de buena conexión a internet o cobertura y eso complica mucho la venta a personas en edad de trabajar”, concluye.

Herencias

Quienes venden sus casas, en cambio, suelen huir de las incomodidades de la vida rural o de inmuebles que les pueden suponer un gasto: “El 95% de las personas que venden aquí han recibido el bien de una herencia y lo ponen a la venta, ya sea porque no tienen ningún arraigo o porque quieren quitarse el problema de una casa en ruinas que puede caerse”, indica. Eso hace que los precios sean muy bajos y atraigan a compradores en disposición de invertir parte de sus ahorros sin necesidad de financiación. “Generalmente, son compradores que llegan con cantidades para invertir en torno a 40.000 euros y que buscan un espacio para veranear”, remata.

La inmobiliaria de Juan Carlos Prada se ubica en Villaviciosa, un concejo de la costa asturiana con 14.400 habitantes, repartidos en 41 parroquias. “Estamos teniendo un incremento de compradores de fuera de la comunidad y también de no residentes, principalmente ingleses, franceses y argentinos”, señala. Prada explica que actualmente los precios en este municipio costero han aumentado, pero que es posible adquirir una casa cerca del mar por precios que rondan los 100.000 euros. El perfil de comprador más habitual en los pequeños núcleos rurales donde trabaja esta inmobiliaria es una pareja en torno a los 50 o 60 años que quiere invertir parte de sus ahorros: “Con la pandemia aumentaron las ventas, pero ahora muchas personas vienen escapando del calor. Suele ser gente que ha vendido una propiedad en Madrid o en el sur y que viene con bastante dinero para comprar aquí, porque la costa asturiana sigue siendo de las más baratas de España”, explica.

Otra cosa es colocar el ordenador frente a una ventana con unas vistas idílicas. Esto sigue siendo cosa de muy pocos. Pese a los chollos que se puedan encontrar en la España rural, los jóvenes no terminan de acceder. “Es un mercado que está absolutamente roto respecto a las demandas actuales”, afirma Luis Camarero, catedrático de Sociología de la UNED. “Comparativamente, las casas son más baratas, pero la inversión que requieren en muchos casos [para reformarlas] y los gastos de transporte que hay que añadir hace que no sean tan asequibles”. Camarero explica que no hay gran diferencia entre el coste medio que supone al mes una vivienda en zona rural y una vivienda en zona urbana, porque el transporte —para trabajar o acceder a los servicios básicos como médicos o supermercados— es casi el doble que en las ciudades.

Todo esto se traduce en grandes dificultades a la hora de fijar población o de dar vivienda a los profesionales que trabajan en estas zonas. “En muchos casos, no hay forma de arraigar a gente que va a trabajar en servicios sociales, en medicina o en educación porque en los núcleos rurales no existe una disponibilidad de vivienda bien equipada para alquiler”, explica.

“En España tenemos un grave problema con los movimientos migratorios desde el ámbito rural a las principales ciudades. Esto está haciendo que la presión de la demanda de vivienda sea imposible de absorber, especialmente en alquiler, en las grandes ciudades”, explica José María Alfaro, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones Inmobiliarias (FAI). Para paliarlo, apunta, se requieren políticas de regeneración que tengan en cuenta el perfil de los posibles compradores: mayores, jóvenes, nómadas digitales…