Nabarte (Bertizarana, Navarra), a unos 50 kilómetros de Pamplona y con casi 300 habitantes, tiene todos los ingredientes para ser un pueblo lleno de vida. Un frontón, un bar, varios comercios locales y hasta una peluquería. El turismo rural, gracias a su cercanía al parque del Señorío de Bertiz, hace que el ir y venir de gente sea constante en esta pequeña localidad junto al río Bidasoa, al norte de Navarra. Tienen de todo y aun así este núcleo, un concejo administrativamente, puede desaparecer y perder su entidad jurídica. No es un problema de despoblación, los tres centenares de vecinos son suficientes de momento. Necesitan a alguien que los represente en la Administración. Una persona, elegida por los demás, que tenga los conocimientos y la energía necesaria. Pero nadie quiere ser alcalde y ya llevan dos legislaturas seguidas así.
"A algunos les da igual y otros se pensaban que era como antes, se ponía una gestora, y les ha pillado por sorpresa", comenta Egoitz Gamio Michelena, que entró como concejal en 2014 y ahora hace las veces de alcalde de Narbarte, actuando como presidente de la junta concejil, al tratarse de una entidad jurídica distinta del municipio. Entre los que no les importa, los que no se enteran y los que esperan que lo haga otro, el caso es que nadie se postula como representante del pueblo con las consecuencias que eso acarrea. "Ya son las segundas elecciones que nadie se presenta y con esa nueva ley se procedería a abrir un expediente de extinción", explica.
Gamio se refiere a la Ley Foral de Administración Local de 2019, todavía sin aplicar en su conjunto y a la espera de debate para su desarrollo completo. Esta recoge cuatro supuestos para la extinción de los concejos. Por petición de la mayoría de los vecinos o del órgano de gobierno, cuando se carezca de los recursos económicos, humanos o materiales, es decir, cuando ya no queden vecinos, y, por último, cuando no se hayan presentado candidaturas en dos procesos electorales concejiles sucesivos, sin que a efectos del cómputo se tenga en consideración la celebración de elecciones parciales.
Es decir, fruto de esta ley de 2019 a la que aún le quedan varios flecos, se hallan en peligro de extinción nueve concejos sin candidatos en dos convocatorias electorales completas (2019 y 2023). Además de Narbarte, Antxoritz, Azanza, Igal, Iturgoyen, Ardanaz de Izagaondoa, Navascués, Olaiz y Bearin están en la misma situación, la mayoría en la mitad norte de Navarra.
La Comunidad Foral fue el territorio donde más elecciones parciales se celebraron el pasado 26 de noviembre, una segunda oportunidad para aquellos pueblos que no presentaron ninguna candidatura en las elecciones municipales: 38 de los 44 pueblos que tuvieron que repetir las votaciones eran navarros, allí casi el 70% de los municipios tiene menos de 1.000 habitantes. La despoblación no es el único problema con el que lidian. Al parecer, la desmovilización institucional de los vecinos agrava la situación. A la pena y preocupación de que nadie haya dado un paso adelante se suma la incertidumbre para los alcaldes en funciones, ya que el Gobierno de Navarra todavía no se ha pronunciado al respecto y no saben qué ocurrirá con sus pueblos.
"Comodidad"
Más allá de las aparentes causas, como el
envejecimiento de la población, la falta de habitantes, la complejidad de la administración o la falta de recompensa económica, los afectados apuntan a la "comodidad de la gente". "Cuando nosotros entramos, los anteriores también llevaban mucho tiempo", recuerda Egoitz Gamio. "Han pasado ocho años, te cambia la vida y quieres dedicar el tiempo a otras cosas. La gente solo quiere gastar el tiempo para ellos mismos, y como esto no es para ti, es para todo el pueblo… creo que no se animan por eso", reflexiona.
Un comercio local de artesanía tradicional de Iturgoyen (Tierra Estella, 78 habitantes) comparte la misma idea. "Requiere tiempo y eso que es un pueblo pequeño, hay falta de apoyo. Es el egoísmo de hoy, llega un problema y tienes que afrontarlo solo, antes se apoyaba más la gente. Y siempre hay problemas entre unos y otros, te enfrentas a varias cosas", dice sobre las rencillas del pueblo, sin entrar en más detalles.
Aunque todavía se muestra esperanzado de que el rumbo de los acontecimientos cambie. "Se sabe cuál es la situación, está todo el mundo mirando a otro lado hasta que en el último momento alguien se presentará, sino problemas", reconoce. "Hay mucha ganadería y otras empresas, se comenta que uno de los problemas podría ser los pastos de montaña. Así como ahora pertenecen a la gente del pueblo, podrían salir a subasta a nivel de Navarra y eso es lo que está preocupando al pueblo. Es un problema grande".
En otros casos, la única diferencia pasa por que la cabalgata de Reyes, los carnavales, la publicación de los bandos y la gestión de los edificios públicos, es decir, la financiación y competencias del concejo, pasen a ser responsabilidad del ayuntamiento del municipio al que pertenecen. "Da pena, porque en el ayuntamiento son tres pueblos y que te manejen unos de fuera… Igual lo hacen mejor que los del pueblo, puede pasar", reflexiona uno de los alcaldes.
"Esperar"
"Dicen que se aplicará la ley, pero no saben cómo aplicarla porque es nueva", comentan desde Nabarte, donde el equipo del ayuntamiento no ha querido esperar y ha tratado de ponerse en contacto con el Gobierno de Navarra, sin respuesta. Es la primera vez que se encuentran en estas circunstancias.
El presidente de la Federación Navarra de Municipios y concejos (FNMC), Xabier Alcuaz Andueza, alcalde de Tafalla por EH Bildu, explica que "las competencias por las que se prestan diferentes servicios pasarían al ayuntamiento" compuesto del que forman parte los concejos. No aclara qué supondría a efectos prácticos para los habitantes de estos pueblos navarros, si es que realmente habrá una diferencia. "Lo más prudente es esperar", insiste.
Bearin, en el Valle de Yerri, tiene 200 personas empadronadas, es de los más poblados entre los pueblos afectados. Por su cercanía a Estella —ciudad a medio camino entre Pamplona y Logroño—, Bearin hace las veces de pueblo dormitorio. Sus vecinos trabajan en la ciudad, pasan el día y hacen sus compras, vuelven a pasar la noche y el fin de semana. Entonces, ¿el Valle de Yerri pasará de estar compuestos por 11 concejos a solo 10? ¿Sus fiestas dejarán de organizarse porque serán las de la capital del valle? ¿El presupuesto lo gestionará el ayuntamiento y no ellos mismos, como hasta ahora? Y, ¿qué pasa con las propiedades?
Alcuaz evita entrar en detalles sobre el desarrollo de este problema y su posible solución. Se quedan "a expensas de las decisiones que adopte el Gobierno de Navarra en relación con las hipotéticas extinciones, dicha ley foral". Añade que la ley no resulta problemática solo por los artículos que hacen referencia a la extinción de los concejos —principal novedad del decreto—, sino que tiene "un articulado mucho más extenso, con infinidad de cuestiones que todavía no han tenido ningún desarrollo a pesar de estar vigente desde 2019. Por ello, entendemos que será necesario evaluar el desarrollo de la ley en su conjunto y poner la voluntad necesaria para el posible desarrollo global y no desde un prisma parcial".
"Eso no quiere nadie, ni el ayuntamiento, ni el concejo. No es bueno", responde Jesús Vergara, que hace las veces de alcalde en Bearin, a la opción de integrarse en el Ayuntamiento del Valle del Yerri. "La gente se vuelve comodona y es lo que hay", se resigna a la espera de ver en qué posición se pone el Gobierno. Él lleva ya cuatro legislaturas al frente y pide que el
relevo generacional se abra paso. "Hemos estado haciendo muchas cosas a lo largo de los años y todavía seguimos mejorando el pueblo todo lo que se puede. Tenemos de todo, bar, biblioteca, ludoteca, parque infantil…".
Vergara se pone en la piel de esos vecinos comodones y entiende que "si estás trabajando, mucho tiempo para andar por los sitios no hay". En los pueblos como Bearin, explica, no es como en las ciudades que mandas al operario que haga esto y aquello porque "no hay dinero para pagarlo", tienes que hacerlo "desinteresadamente" y "en colaboración", es "otra mentalidad".
Ninguna de estas cuestiones parece importar demasiado a los vecinos. Por muy buena convivencia y ambiente social que tengan, como destaca Vergara, "es un pueblo muy tranquilo", y muy implicada que esté la juventud con la organización de distintos eventos como la cabalgata de Reyes, a la hora de la verdad "se relajan" y "no se mueven". No hay un problema de relevo generacional, aclara el alcalde de Bearin, "hace falta que den el paso".