viernes, 19 de septiembre de 2025

Ideas para fomentar el relevo generacional sostenible en el mundo rural




El campo atraviesa una encrucijada decisiva. El problema del relevo generacional no es nuevo, pero los datos más recientes muestran que se agrava. Entre 2020 y 2023, se perdieron un 12,4 % de las explotaciones agrarias, quedando en 784.141, mientras que la superficie agrícola utilizada se mantuvo prácticamente estable. El resultado es una concentración creciente de tierras, con explotaciones de mayor tamaño medio (30,4 ha, un 13 % más que hace tres años). Esta tendencia confirma que las explotaciones que desaparecen no se sustituyen por nuevas, sino que las tierras pasan a engrosar proyectos más grandes, indicando una tendencia clara hacia la concentración de tierras y explotaciones más grandes, lo que plantea barreras para quien entra al campo ahora, especialmente jóvenes.

Detrás de estos números se esconde un rasgo estructural: el modelo agrario sigue siendo mayoritariamente individualizado. Una parte muy importante de las explotaciones están registradas a nombre de una sola persona física. Esto significa que las personas productoras son quien deben asumir en solitario la inversión, la carga de trabajo y el riesgo empresarial. Aunque las cooperativas agrupan a más de un millón de socios en el Estado y representan alrededor de 3.600 entidades, su papel se centra muchas veces en la comercialización o en la provisión de servicios, mientras que la titularidad jurídica de las explotaciones sigue siendo individual y los esquemas de trabajo, también.

Por otro lado, la PAC ha favorecido un modelo productivo altamente especializado y orientado al monocultivo, ya que gran parte de las ayudas se vinculaban a la superficie de determinados cultivos o a producciones concretas.

La suma de la individualización, la alta especialización y la orientación al monocultivos, suponen una gran barrera para enfrentar el problema del relevo generacional por varias razones:
  • Fragilidad económica: las explotaciones dependen de un solo cultivo o actividad, con ingresos muy variables según precios de mercado, crisis de mercados, costes de insumos o políticas agrarias.
  • Sobrecarga laboral y falta de conciliación: el agricultor o ganadero que trabaja en solitario se ve obligado a asumir jornadas muy largas, incluidos fines de semana y festivos, con muy pocas vacaciones. Esta situación resulta poco atractiva para los jóvenes, que no ven en el sector un proyecto vital compatible con la vida personal y familiar.
  • Dificultad en la transmisión: los jóvenes heredan explotaciones sobredimensionadas en deuda, poco atractivas laboralmente y con baja resiliencia.
  • Impacto ambiental: los monocultivos reducen la biodiversidad, empobrecen el suelo, aumentan la dependencia de insumos externos (como agroquímicos y combustibles fósiles) y hacen menos resiliente al sistema frente al cambio climático.
  • Aislamiento social: el agricultor individual queda expuesto y sin apoyos frente a la volatilidad del mercado y la presión de la cadena agroalimentaria.
El envejecimiento del sector es otro factor crítico: la presencia de jóvenes menores de 40 años en la titularidad agraria es minoritaria, con cifras que rondan apenas el 8–9 % de perceptores de ayudas de la PAC. En paralelo, la incorporación de nuevos profesionales exige habitualmente comprar tierra y maquinaria, lo que dispara la necesidad de endeudamiento y actúa como una barrera de entrada.

Sin embargo, la realidad demuestra que el campo no está condenado a seguir esta senda. Las experiencias de cooperativas de trabajo, sociedades agrarias de transformación, proyectos agroecológicos diversificados o grupos de pastoreo planificado muestran que es posible organizar el trabajo de forma más colectiva, repartir riesgos y responsabilidades, y al mismo tiempo mejorar la calidad de vida de los profesionales. Estos modelos no solo hacen viable el relevo, sino que pueden atraer a jóvenes que ven en la agricultura y la ganadería no solo un modo de vida, sino también un proyecto con impacto ambiental y social.

La agricultura ecológica y regenerativa añade otra capa de oportunidad. España ya dedica más del 10 % de su superficie a la producción ecológica, y la demanda no deja de crecer. Integrar prácticas regenerativas —agroforestería, rotaciones complejas, pastoreo holístico— no solo mejora la resiliencia climática y la fertilidad del suelo, sino que conecta con una sociedad cada vez más consciente de la importancia de consumir alimentos producidos de forma sostenible.

En este contexto, el reto del relevo generacional no puede limitarse a “ayudar a la gente jóven a incorporarse” bajo el mismo esquema individual que ya no funciona. La cuestión central es transformar el modelo productivo hacia estructuras más cooperativas, diversificadas y regenerativas, capaces de ofrecer futuro, calidad de vida y sentido.

Un enfoque colectivo, que además diversifique producciones y adopte principios de agroecología regenerativa, ofrece un horizonte mucho más sólido y atractivo para el relevo generacional:
  • Conciliación y calidad de vida: al trabajar en colectivo es posible organizar turnos y rotaciones que permitan descansos, fines de semana libres y vacaciones. Esto hace que la profesión agraria sea más atractiva y sostenible para las nuevas generaciones.
  • Reducción de riesgos: compartir inversiones, infraestructuras y maquinaria disminuye costes fijos y facilita el acceso a nuevos productores.
  • Diversificación productiva: integrar distintos cultivos, ganadería, agroforestería y transformaciones locales reduce la vulnerabilidad económica y abre nuevas oportunidades de mercado.
  • Resiliencia ecológica: los sistemas regenerativos restauran la fertilidad del suelo, mejoran la infiltración y retención de agua y aumentan la biodiversidad, garantizando un futuro productivo en el contexto del cambio climático.
  • Fortaleza social y territorial: la cooperación fomenta el aprendizaje intergeneracional, el arraigo al territorio y la creación de comunidades rurales vivas.
  • Facilitar la entrada de jóvenes con menos deuda y más acompañamiento.
  • Hacer del sector agrario una profesión con condiciones de vida dignas, conciliables con la vida personal.
  • Ofrecer un modelo económicamente viable y ambientalmente sostenible, que no solo garantice la continuidad, sino que también regenere el territorio y fortalezca la soberanía alimentaria.
Pero toda esta transición no va a ser fácil; existe un complejo e intrincado marco normativo, institucional, político y de mercado que empuja al sector precisamente en la dirección contraria, por lo que se hace necesario desarrollar una estrategia estatal que permita mover el marco y permitir la transición agroecológica necesaria.

Propuestas para un relevo generacional sostenible
  • Fomentar la titularidad y gestión colectiva: incluir como criterio prioritario en las ayudas la constitución de cooperativas, sociedades agrarias de transformación (SAT), titularidad compartida u otras figuras colectivas.
  • Facilitar el acceso a la tierra: bancos de tierras públicos, arrendamientos sociales o fórmulas de cesión temporal para jóvenes o colectivos que quieran iniciar proyectos colectivos.
  • Diseñar apoyos económicos específicos: subvenciones y créditos preferenciales para quienes apuestan por diversificación, producción ecológica, transformación en origen o comercialización directa.
  • Promover la conciliación laboral: apoyos para servicios compartidos (maquinaria, gestión, administración), rotaciones entre titulares o asociados para asegurar fines de semana y vacaciones; incentivos para modelos de explotación con distribución de cargas.
  • Formación y transferencia de conocimiento: programas para jóvenes que combinen formación en agroecología, gestión cooperativa, innovación y comercialización, con acompañamiento técnico y mentorías.
  • Potenciar mercados locales y contratación pública: que las autoridades públicas compren productos de origen local, de productores colectivos y ecológicos; promoción de circuitos cortos de comercialización.
  • Reconocer y financiar los servicios ecosistémicos: introducir criterios en las ayudas públicas que premien la conservación de biodiversidad, la gestión de montes y comunales, la mejora del suelo, la gestión sostenible del agua, etc.




miércoles, 10 de septiembre de 2025

Primer proyecto de absorción de huella de carbono en la provincia de Segovia: Riaza


El Consistorio ha inscrito en el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono del Ministerio de Transición Ecológica el primer proyecto de absorción en un monte de utilidad pública


El proyecto denominado ‘Bosque de Bascaboso’ se ubica en la localidad de Aldeanueva del Monte — pedanía de Riaza— se extiende por 20,44 ha y tiene objetivo protector, en concreto para la protección y formación del suelo, fijación de carbono, aumento de la biodiversidad, mejora de la calidad paisajística y generación de bioeconomía a través de productos naturales renovables.

Para la repoblación forestal se han empleado cinco especies autóctonas —dos coníferas y tres frondosas—. En la ingeniería del proyecto se han tenido en cuenta, entre otras cuestiones, las características del suelo y las proyecciones de los diferentes escenarios de cambio climático del IPCC —Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático—.

El Ayuntamiento ha contado con la colaboración del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Segovia de la Junta de Castilla y León, de la Asociación de Vecinos de Aldeanueva del Monte y de la empresa soriana Fora Forest Technologies SLL.

Se prevé que el proyecto fije 6.068 tCO2 en 50 años, por lo que el municipio cuenta desde el día de inscripción con 1.104 tCO2, créditos disponibles en el mercado voluntario de carbono o bien para compensar la propia huella municipal.





El movimiento social ‘Salvemos el mundo rural agredido’ saldrá a las calles de Madrid el 5 de octubre para pedir soluciones al Gobierno y CCAA

 




El movimiento social ‘Salvemos el mundo rural agredido’ ha hecho público recientemente su manifiesto previo con el fin de dar a conocer a la ciudadanía en general los motivos por los que más de 400 colectivos saldrán a las calles de Madrid el 5 de octubre.

Su coordinadora, formada por representantes de las diferentes reivindicaciones que se presentan, han estado durante este verano avanzado en los preparativos para la celebración de la manifestación de Madrid el 5 de octubre, la cual discurrirá entre la Plaza de Colón y la de Neptuno, pasando por Paseo de Recoletos, Plaza de Cibeles y Paseo del Prado.

El mencionado manifiesto es un documento que recoge las distintas reivindicaciones de los colectivos convocantes que lanzan unidos una protesta dirigida directamente al Gobierno de la Nación y a los gobiernos de las comunidades autónomas, responsables de la situación que vive en la actualidad el mundo rural.

El texto hace un balance previo de lo poco o nada que se ha avanzado desde que en 2019 la Revuelta de la España vaciada saliera a las calles de Madrid para protestar por el abandono institucional de los territorios despoblados, ya que “no se han adoptado medidas coherentes y efectivas que reviertan el proceso de pérdida de población, ni se han aprovechado los fondos de la Unión Europea para hacer frente al desequilibrio territorial y a las desigualdades del mundo rural”.

Los convocantes critican que los fondos europeos se hayan utilizado en proyectos extractivistas “disfrazados como exigencias de la transición energética o de interés estratégico, y que solo contribuyen a la despoblación, la desigualdad, y la destrucción del espacio natural y nuestra soberanía alimentaria”, convirtiendo el mundo rural en “territorio de sacrificio”.

Las reivindicaciones se centran en tres grandes ejes: la denuncia a las agresiones sufridas por el territorio rural; la exigencia de un cambio en las políticas que afectan al mundo rural; y la propuesta de medidas que protejan los ecosistemas naturales y sociales del mismo.

Son varias las luchas que los movimientos ciudadanos están llevando a cabo, y que el manifiesto recaba organizadas por sectores. Por un lado, se combaten los proyectos de macrorrenovables, que invaden el paisaje “con centrales fotovoltaicas y eólicas de dimensiones descomunales al amparo de una supuesta transición ecológica que no respeta ni el patrimonio natural ni los sectores económicos del medio rural, como la agricultura, la ganadería o el turismo rural”.

En esa invasión se encuentran también, por un lado, los cientos de proyectos de centrales de biogás y biometano que sumergirá a la España vaciada, según apuntan, “en un círculo vicioso” de producción de más residuos contaminantes para la obtención de más energía destinada a la demanda extranjera.

Y, por otro lado, las macrogranjas, modelo de producción agroindustrial dependiente del mercado global y altamente contaminante, que pone en serio peligro los recursos hídricos y afectan a la salud. Ante ambos modelos se pide el respaldo a la agricultura y ganadería familiar y sostenible, “ganadería extensiva crucial para el cuidado del monte y la prevención de incendios”, y que permitirá garantizar una soberanía alimentaria de calidad y una economía circular.

Otro de los pilares del manifiesto, íntimamente ligado a las dos reivindicaciones anteriores, así como al sector de la minería, a los centros de datos y al turismo insostenible, es el uso descontrolado de los recursos hídricos. La denuncia se centra en la presión ejercida sobre el agua “en beneficio de producciones intensivas que destruyen los ecosistemas y contaminan los acuíferos”.

Por su parte, los colectivos que están en contra del extractivismo minero a gran escala que busca hacerse con el control de los minerales y tierras raras necesarios para las nuevas industrias tecnológicas y energéticas, denuncian que se están destruyendo paisajes, contaminando acuíferos, esquilmando recursos, sin tener en consideración la “minería urbana” como forma avanzada de reciclaje y recuperación de materiales.

Así mismo, aunque no es la primera vez que se aboga por ello, en el contexto actual toma más relevancia la exigencia de un “incremento de presupuesto y dotaciones de los efectivos antiincendios, la no privatización de estos recursos y una planificación de prevención de incendios anual y estructurada”.

Pero además de estos ataques directos a los recursos naturales del mundo rural, se hayan en el manifiesto otras demandas asociadas al abandono institucional en materia de servicios públicos (sanidad, educación, transporte público…); en infraestructuras (carreteras y ferrocarril), “vías de comunicación en los territorios de la España vaciada planificadas desde hace décadas”, que faciliten su desarrollo en igualdad de condiciones y no la condenen al desequilibrio territorial; así como la exigencia de políticas en vivienda para el territorio rural, que favorezcan el asentamiento de nuevos pobladores y la emancipación y retorno de población joven.

El manifiesto, el formulario para la adhesión de más colectivos, y el modo de adquisición de bonos para colaborar con los gastos se pueden encontrar en su blog www.salvemoselmundorural.com




lunes, 8 de septiembre de 2025

Las consecuencias de la despoblación en el Financial Times



% de cambio de población 1970-2011


  • Cómo el éxodo rural avivó los incendios forestales mortales de Europa
  • El movimiento de trabajadores agrícolas a las ciudades en las últimas décadas ha creado vastas áreas de maleza inflamable en tierras abandonadas

Los letales incendios forestales que asolaron Europa este verano se vieron agravados por un largo patrón de despoblación que ha vaciado las comunidades rurales del continente. Las olas de calor récord vinculadas al cambio climático provocaron incendios que han matado a residentes y bomberos desde España hasta Turquía, pero los ministros y expertos dicen que los incendios fueron especialmente destructivos porque se propagaron sin obstáculos por tierras de cultivo abandonadas. Décadas de migración de aldeas rurales a zonas urbanas por parte de personas en busca de trabajo han convertido vastas extensiones de antiguas tierras de cultivo en vegetación silvestre altamente inflamable. Unas 20 personas murieron a causa de incendios en Grecia, Turquía y Chipre en junio y julio, seguidos de al menos ocho muertes en España y Portugal este mes. “A medida que las zonas rurales se vacían, las tierras abandonadas alimentan los incendios forestales”, afirmó Lamia Kamal-Chaoui, directora del Centro para el Emprendimiento, las PyMEs, las Regiones y las Ciudades de la OCDE, que ha advertido sobre los perjuicios del declive rural. “La respuesta reside en combinar medidas sólidas de prevención y respuesta a incendios con esfuerzos para revitalizar y sostener las economías rurales”.

Ciudades como Los Ángeles han sufrido daños por incendios forestales exacerbados por una tendencia paralela: los residentes de la ciudad que buscan más espacio han impulsado una expansión de la construcción de nuevas viviendas en áreas semirrurales propensas a incendios. “Aquí es al contrario”, afirmó Víctor Fernández García, experto en silvicultura y agricultura de la Universidad de León, en una de las regiones españolas más afectadas. “El matorral y los bosques están invadiendo los pueblos”. En el noroeste de España , los bomberos luchaban por controlar un incendio este mes, mientras que los enlaces de transporte se cortaron y miles de personas fueron evacuadas mientras un área de más del doble del tamaño del área metropolitana de Londres se quemaba. Hasta el jueves, 402.000 hectáreas habían sido quemadas por los incendios que aún arden, la mayor superficie dañada en España desde 1994, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). La ministra española de Energía y Medio Ambiente, Sara Aagesen, dijo que era vital revertir la tendencia al “abandono rural” e intensificar los esfuerzos para reducir la “carga de combustible” de la vegetación no gestionada mediante la poda, el desbroce y la renovación del pastoreo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha afirmado que la catástrofe demuestra que «la emergencia climática avanza a un ritmo cada vez más acelerado». Sus ministros han establecido una relación directa entre los incendios y la ola de calor más intensa desde que se tienen registros en 1975, en la que las temperaturas superaron los 40 °C, con una media de 4,6 °C por encima de la media estacional. A principios de año, unas lluvias inusualmente intensas habían calmado una sequía pero también habían creado una explosión de vegetación exuberante y combustible. Un estudio de World Weather Attribution concluyó que el cambio climático hizo que los incendios forestales de junio y julio en Grecia, Turquía y Chipre fueran diez veces más probables. Sánchez ha pedido un pacto interpartidista para abordar el cambio climático, pero fue rechazado por el Partido Popular (PP), la oposición conservadora. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, fue ridiculizado por sugerir que España creara una base de datos nacional de pirómanos y los rastreara con tobilleras.

En Portugal, la superficie afectada es la mitad del territorio quemado por los devastadores incendios de 2017, que causaron la muerte de más de 60 personas. España y Portugal juntos representan dos tercios de toda la superficie devastada por incendios en Europa este año, según el EFFIS. El declive de la agricultura rural ha dejado al descubierto muchos poblados que antes estaban protegidos por cercados para animales, pastizales y huertos, que actuaban como cortafuegos, explicó Fernández García. En la provincia española de León, el número de granjas de ovejas y cabras se redujo de casi 34.000 en 1962 a poco más de 1.000 en 2020. "Los pueblos no corrían tanto peligro entonces", dijo. La OCDE advirtió el año pasado que un patrón similar estaba avivando la tensión en Grecia. «Este no es solo un problema de España, sino también de Europa», afirmó Kamal-Chaoui.

Si bien la despoblación ha reducido el número de personas amenazadas por los incendios en las aldeas reducidas, también ha creado comunidades compuestas principalmente por personas mayores que son más vulnerables. En Molezuelas de la Carballeda, un pueblo amenazado por los incendios en Zamora, España, la población se ha reducido a casi la mitad a 47 en la última década y la edad promedio de los residentes es de 70 años. El alcalde Alexandre Satue Lobo dijo que había sido "un poco complicado" evacuar a quienes estaban en sillas de ruedas o confinados en sus casas por otras razones. Francisco Martín Azcárate, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, dijo que la respuesta política debe incluir la eliminación regular del matorral mediante quemas controladas, cuyo uso ha sido limitado por regulaciones restrictivas. Es imposible que no haya incendios. Siempre los ha habido y siempre los habrá, dijo. Pero hemos pasado de incendios muy frecuentes pero pequeños, que no causaban grandes problemas, a incendios extensos e intensos. Megaincendios con temperaturas extremadamente altas y capacidad de extenderse por decenas de miles de hectáreas, prácticamente imposibles de combatir con los recursos disponibles.

Además de la expansión descontrolada de la maleza, Martín Azcárate afirmó que la moda, ahora en declive, de plantar nuevos bosques había aumentado el volumen de combustible potencial para los incendios. Argumentó que las ciudades y pueblos deberían protegerse despejando sus perímetros con poca o ninguna vegetación. En Portugal, José Pereira, investigador del Centro de Investigación Forestal, afirmó que reactivar el pastoreo era una forma de diversificar el uso del suelo rural. Si bien el pastoreo disminuyó debido a la disminución de las ganancias, Portugal ha puesto en marcha modestos experimentos con fondos públicos para intentar reactivarlo. “Es, en gran medida, un problema de desarrollo rural”, dijo Pereira. “¿Cómo intentamos mantener una población local que constituya una fuerza laboral mínima capaz de gestionar la tierra?”