jueves, 2 de octubre de 2025

Los agricultores se planten no sembrar ya que las cuentas no salen



 

  • Una organización agraria pedirá a los agricultores que no siembre cereales, si no cambia la situación actual
  • ASAJA Ávila, Segovia y Valladolid denuncian con la máxima contundencia la situación de “emergencia” que viven los cerealistas de Castilla y León y de España.

La avalancha de cereal importado -fundamentalmente procedente de Ucrania- está hundiendo los precios en origen y empujando a miles de explotaciones familiares a la ruina, mientras el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León mantienen una “inaceptable pasividad” en fronteras y mercados interiores.

Precios hundidos

España se ha convertido en el principal receptor masivo de grano ucraniano en la Unión Europea. Solo en 2024 se importaron más de 10 millones de toneladas, tras la eliminación de aranceles decidida por Bruselas para favorecer a Ucrania. Esta avalancha ha hundido los precios en origen, saturado los puertos y desbordado cualquier capacidad de control.

Las autoridades europeas ya tuvieron que articular medidas de emergencia en 2023 para Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumanía y Eslovaquia, con un paquete de apoyo extraordinario aprobado por la Comisión Europea precisamente para compensar la distorsión provocada por el aumento de las exportaciones ucranianas.

Que esos países recibieran ayudas y medidas excepcionales es el precedente que ahora exigimos para España. Además, algunos Estados miembros como Polonia y Hungría adoptaron medidas nacionales adicionales, demostrando que la respuesta es posible cuando hay voluntad política.

Desde ASAJA señalan que “no podemos tolerar la entrada masiva de cereal producido bajo marcos de exigencia fitosanitaria, ambiental y laboral mucho más laxos que los impuestos a nuestros agricultores europeos. Esa competencia desleal está devaluando el producto nacional y menoscabando la viabilidad de las explotaciones españolas”.

Indican que el Ministerio debe ejercer controles estrictos en puertos y fronteras para impedir la entrada de partidas que vulneren requisitos y garanticen que no se permita la comercialización a precios de dumping.

La Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León tiene la obligación de aplicar la Ley de la Cadena Alimentaria y de impedir la venta por debajo de los costes de producción mediante inspecciones y sanciones ejemplares, añaden.

Reclaman medidas inmediatas y concretas

Por todo ello, ASAJA Ávila, Segovia y Valladolid reclaman medidas inmediatas y concretas:
  1. Controles fitosanitarios y administrativos férreos en los puntos de entrada, reforzando el servicio de inspección de sanidad vegetal en frontera, que asegure igualdad de condiciones con el cereal nacional.
  2. Aplicación estricta e inmediata de la Ley de la Cadena Alimentaria, sancionando las ventas a pérdidas que hoy son norma en el mercado.
  3. Apertura de un expediente de ayudas directas al cereal español, de manera análoga a lo aprobado en 2023 para Polonia y Hungría, para compensar la distorsión competitiva causada por las importaciones excepcionales.
  4. Convocatoria urgente, por parte del MAPA, de una mesa de crisis con organizaciones agrarias, cooperativas, industria, Comunidades Autónomas y Administración General del Estado para articular medidas de estabilización de precios, almacenamiento y valorización.
ASAJA Ávila, Segovia y Valladolid advierten con rotundidad: “sin una intervención decidida y rápida del Gobierno de España y de la Unión Europea, asistiremos a la desaparición de un sector estratégico para la soberanía alimentaria, la conservación del territorio y el tejido socioeconómico rural. La pasividad actual no solo es inaceptable desde el punto de vista económico, es una negligencia política que multiplica la dependencia exterior y acelera el abandono del campo”.

Pedir que no siembren

Esta situación “límite” está llevando a que los agricultores se planten no sembrar ya que las cuentas no salen. Desde ASAJA, si no cambia la situación en las próximas fechas, y comprometidos con la viabilidad de las explotaciones, va a pedir a los agricultores que no se siembre.

Lamentan que el campo de Castilla y León actualmente está parado y las máquinas no se mueven y la previsión es que no lo hagan próximamente, porque el sector no puede aguantar más esta situación tan injusta

Por ello, exigen “respuestas ahora, no parches tardíos ni discursos vacíos. O se protege y se compensa al cereal español con las mismas herramientas que ya se han aplicado en otros Estados miembros, o las consecuencias serán irreversibles”.





martes, 30 de septiembre de 2025

Lo que el fuego del Pico del Lobo nos enseña y nos interpela

 



El incendio del Pico del Lobo ha dejado al descubierto más que cenizas: expone la fragilidad de nuestros montes, la falta de prevención, la descoordinación administrativa y las consecuencias del cambio climático. Rafael Fernández Cañas, periodista y vecino de La Pinilla, reflexiona sobre una tragedia que debe servir como llamada urgente a la acción colectiva.





viernes, 19 de septiembre de 2025

Ideas para fomentar el relevo generacional sostenible en el mundo rural




El campo atraviesa una encrucijada decisiva. El problema del relevo generacional no es nuevo, pero los datos más recientes muestran que se agrava. Entre 2020 y 2023, se perdieron un 12,4 % de las explotaciones agrarias, quedando en 784.141, mientras que la superficie agrícola utilizada se mantuvo prácticamente estable. El resultado es una concentración creciente de tierras, con explotaciones de mayor tamaño medio (30,4 ha, un 13 % más que hace tres años). Esta tendencia confirma que las explotaciones que desaparecen no se sustituyen por nuevas, sino que las tierras pasan a engrosar proyectos más grandes, indicando una tendencia clara hacia la concentración de tierras y explotaciones más grandes, lo que plantea barreras para quien entra al campo ahora, especialmente jóvenes.

Detrás de estos números se esconde un rasgo estructural: el modelo agrario sigue siendo mayoritariamente individualizado. Una parte muy importante de las explotaciones están registradas a nombre de una sola persona física. Esto significa que las personas productoras son quien deben asumir en solitario la inversión, la carga de trabajo y el riesgo empresarial. Aunque las cooperativas agrupan a más de un millón de socios en el Estado y representan alrededor de 3.600 entidades, su papel se centra muchas veces en la comercialización o en la provisión de servicios, mientras que la titularidad jurídica de las explotaciones sigue siendo individual y los esquemas de trabajo, también.

Por otro lado, la PAC ha favorecido un modelo productivo altamente especializado y orientado al monocultivo, ya que gran parte de las ayudas se vinculaban a la superficie de determinados cultivos o a producciones concretas.

La suma de la individualización, la alta especialización y la orientación al monocultivos, suponen una gran barrera para enfrentar el problema del relevo generacional por varias razones:
  • Fragilidad económica: las explotaciones dependen de un solo cultivo o actividad, con ingresos muy variables según precios de mercado, crisis de mercados, costes de insumos o políticas agrarias.
  • Sobrecarga laboral y falta de conciliación: el agricultor o ganadero que trabaja en solitario se ve obligado a asumir jornadas muy largas, incluidos fines de semana y festivos, con muy pocas vacaciones. Esta situación resulta poco atractiva para los jóvenes, que no ven en el sector un proyecto vital compatible con la vida personal y familiar.
  • Dificultad en la transmisión: los jóvenes heredan explotaciones sobredimensionadas en deuda, poco atractivas laboralmente y con baja resiliencia.
  • Impacto ambiental: los monocultivos reducen la biodiversidad, empobrecen el suelo, aumentan la dependencia de insumos externos (como agroquímicos y combustibles fósiles) y hacen menos resiliente al sistema frente al cambio climático.
  • Aislamiento social: el agricultor individual queda expuesto y sin apoyos frente a la volatilidad del mercado y la presión de la cadena agroalimentaria.
El envejecimiento del sector es otro factor crítico: la presencia de jóvenes menores de 40 años en la titularidad agraria es minoritaria, con cifras que rondan apenas el 8–9 % de perceptores de ayudas de la PAC. En paralelo, la incorporación de nuevos profesionales exige habitualmente comprar tierra y maquinaria, lo que dispara la necesidad de endeudamiento y actúa como una barrera de entrada.

Sin embargo, la realidad demuestra que el campo no está condenado a seguir esta senda. Las experiencias de cooperativas de trabajo, sociedades agrarias de transformación, proyectos agroecológicos diversificados o grupos de pastoreo planificado muestran que es posible organizar el trabajo de forma más colectiva, repartir riesgos y responsabilidades, y al mismo tiempo mejorar la calidad de vida de los profesionales. Estos modelos no solo hacen viable el relevo, sino que pueden atraer a jóvenes que ven en la agricultura y la ganadería no solo un modo de vida, sino también un proyecto con impacto ambiental y social.

La agricultura ecológica y regenerativa añade otra capa de oportunidad. España ya dedica más del 10 % de su superficie a la producción ecológica, y la demanda no deja de crecer. Integrar prácticas regenerativas —agroforestería, rotaciones complejas, pastoreo holístico— no solo mejora la resiliencia climática y la fertilidad del suelo, sino que conecta con una sociedad cada vez más consciente de la importancia de consumir alimentos producidos de forma sostenible.

En este contexto, el reto del relevo generacional no puede limitarse a “ayudar a la gente jóven a incorporarse” bajo el mismo esquema individual que ya no funciona. La cuestión central es transformar el modelo productivo hacia estructuras más cooperativas, diversificadas y regenerativas, capaces de ofrecer futuro, calidad de vida y sentido.

Un enfoque colectivo, que además diversifique producciones y adopte principios de agroecología regenerativa, ofrece un horizonte mucho más sólido y atractivo para el relevo generacional:
  • Conciliación y calidad de vida: al trabajar en colectivo es posible organizar turnos y rotaciones que permitan descansos, fines de semana libres y vacaciones. Esto hace que la profesión agraria sea más atractiva y sostenible para las nuevas generaciones.
  • Reducción de riesgos: compartir inversiones, infraestructuras y maquinaria disminuye costes fijos y facilita el acceso a nuevos productores.
  • Diversificación productiva: integrar distintos cultivos, ganadería, agroforestería y transformaciones locales reduce la vulnerabilidad económica y abre nuevas oportunidades de mercado.
  • Resiliencia ecológica: los sistemas regenerativos restauran la fertilidad del suelo, mejoran la infiltración y retención de agua y aumentan la biodiversidad, garantizando un futuro productivo en el contexto del cambio climático.
  • Fortaleza social y territorial: la cooperación fomenta el aprendizaje intergeneracional, el arraigo al territorio y la creación de comunidades rurales vivas.
  • Facilitar la entrada de jóvenes con menos deuda y más acompañamiento.
  • Hacer del sector agrario una profesión con condiciones de vida dignas, conciliables con la vida personal.
  • Ofrecer un modelo económicamente viable y ambientalmente sostenible, que no solo garantice la continuidad, sino que también regenere el territorio y fortalezca la soberanía alimentaria.
Pero toda esta transición no va a ser fácil; existe un complejo e intrincado marco normativo, institucional, político y de mercado que empuja al sector precisamente en la dirección contraria, por lo que se hace necesario desarrollar una estrategia estatal que permita mover el marco y permitir la transición agroecológica necesaria.

Propuestas para un relevo generacional sostenible
  • Fomentar la titularidad y gestión colectiva: incluir como criterio prioritario en las ayudas la constitución de cooperativas, sociedades agrarias de transformación (SAT), titularidad compartida u otras figuras colectivas.
  • Facilitar el acceso a la tierra: bancos de tierras públicos, arrendamientos sociales o fórmulas de cesión temporal para jóvenes o colectivos que quieran iniciar proyectos colectivos.
  • Diseñar apoyos económicos específicos: subvenciones y créditos preferenciales para quienes apuestan por diversificación, producción ecológica, transformación en origen o comercialización directa.
  • Promover la conciliación laboral: apoyos para servicios compartidos (maquinaria, gestión, administración), rotaciones entre titulares o asociados para asegurar fines de semana y vacaciones; incentivos para modelos de explotación con distribución de cargas.
  • Formación y transferencia de conocimiento: programas para jóvenes que combinen formación en agroecología, gestión cooperativa, innovación y comercialización, con acompañamiento técnico y mentorías.
  • Potenciar mercados locales y contratación pública: que las autoridades públicas compren productos de origen local, de productores colectivos y ecológicos; promoción de circuitos cortos de comercialización.
  • Reconocer y financiar los servicios ecosistémicos: introducir criterios en las ayudas públicas que premien la conservación de biodiversidad, la gestión de montes y comunales, la mejora del suelo, la gestión sostenible del agua, etc.




miércoles, 10 de septiembre de 2025

Primer proyecto de absorción de huella de carbono en la provincia de Segovia: Riaza


El Consistorio ha inscrito en el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono del Ministerio de Transición Ecológica el primer proyecto de absorción en un monte de utilidad pública


El proyecto denominado ‘Bosque de Bascaboso’ se ubica en la localidad de Aldeanueva del Monte — pedanía de Riaza— se extiende por 20,44 ha y tiene objetivo protector, en concreto para la protección y formación del suelo, fijación de carbono, aumento de la biodiversidad, mejora de la calidad paisajística y generación de bioeconomía a través de productos naturales renovables.

Para la repoblación forestal se han empleado cinco especies autóctonas —dos coníferas y tres frondosas—. En la ingeniería del proyecto se han tenido en cuenta, entre otras cuestiones, las características del suelo y las proyecciones de los diferentes escenarios de cambio climático del IPCC —Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático—.

El Ayuntamiento ha contado con la colaboración del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Segovia de la Junta de Castilla y León, de la Asociación de Vecinos de Aldeanueva del Monte y de la empresa soriana Fora Forest Technologies SLL.

Se prevé que el proyecto fije 6.068 tCO2 en 50 años, por lo que el municipio cuenta desde el día de inscripción con 1.104 tCO2, créditos disponibles en el mercado voluntario de carbono o bien para compensar la propia huella municipal.





El movimiento social ‘Salvemos el mundo rural agredido’ saldrá a las calles de Madrid el 5 de octubre para pedir soluciones al Gobierno y CCAA

 




El movimiento social ‘Salvemos el mundo rural agredido’ ha hecho público recientemente su manifiesto previo con el fin de dar a conocer a la ciudadanía en general los motivos por los que más de 400 colectivos saldrán a las calles de Madrid el 5 de octubre.

Su coordinadora, formada por representantes de las diferentes reivindicaciones que se presentan, han estado durante este verano avanzado en los preparativos para la celebración de la manifestación de Madrid el 5 de octubre, la cual discurrirá entre la Plaza de Colón y la de Neptuno, pasando por Paseo de Recoletos, Plaza de Cibeles y Paseo del Prado.

El mencionado manifiesto es un documento que recoge las distintas reivindicaciones de los colectivos convocantes que lanzan unidos una protesta dirigida directamente al Gobierno de la Nación y a los gobiernos de las comunidades autónomas, responsables de la situación que vive en la actualidad el mundo rural.

El texto hace un balance previo de lo poco o nada que se ha avanzado desde que en 2019 la Revuelta de la España vaciada saliera a las calles de Madrid para protestar por el abandono institucional de los territorios despoblados, ya que “no se han adoptado medidas coherentes y efectivas que reviertan el proceso de pérdida de población, ni se han aprovechado los fondos de la Unión Europea para hacer frente al desequilibrio territorial y a las desigualdades del mundo rural”.

Los convocantes critican que los fondos europeos se hayan utilizado en proyectos extractivistas “disfrazados como exigencias de la transición energética o de interés estratégico, y que solo contribuyen a la despoblación, la desigualdad, y la destrucción del espacio natural y nuestra soberanía alimentaria”, convirtiendo el mundo rural en “territorio de sacrificio”.

Las reivindicaciones se centran en tres grandes ejes: la denuncia a las agresiones sufridas por el territorio rural; la exigencia de un cambio en las políticas que afectan al mundo rural; y la propuesta de medidas que protejan los ecosistemas naturales y sociales del mismo.

Son varias las luchas que los movimientos ciudadanos están llevando a cabo, y que el manifiesto recaba organizadas por sectores. Por un lado, se combaten los proyectos de macrorrenovables, que invaden el paisaje “con centrales fotovoltaicas y eólicas de dimensiones descomunales al amparo de una supuesta transición ecológica que no respeta ni el patrimonio natural ni los sectores económicos del medio rural, como la agricultura, la ganadería o el turismo rural”.

En esa invasión se encuentran también, por un lado, los cientos de proyectos de centrales de biogás y biometano que sumergirá a la España vaciada, según apuntan, “en un círculo vicioso” de producción de más residuos contaminantes para la obtención de más energía destinada a la demanda extranjera.

Y, por otro lado, las macrogranjas, modelo de producción agroindustrial dependiente del mercado global y altamente contaminante, que pone en serio peligro los recursos hídricos y afectan a la salud. Ante ambos modelos se pide el respaldo a la agricultura y ganadería familiar y sostenible, “ganadería extensiva crucial para el cuidado del monte y la prevención de incendios”, y que permitirá garantizar una soberanía alimentaria de calidad y una economía circular.

Otro de los pilares del manifiesto, íntimamente ligado a las dos reivindicaciones anteriores, así como al sector de la minería, a los centros de datos y al turismo insostenible, es el uso descontrolado de los recursos hídricos. La denuncia se centra en la presión ejercida sobre el agua “en beneficio de producciones intensivas que destruyen los ecosistemas y contaminan los acuíferos”.

Por su parte, los colectivos que están en contra del extractivismo minero a gran escala que busca hacerse con el control de los minerales y tierras raras necesarios para las nuevas industrias tecnológicas y energéticas, denuncian que se están destruyendo paisajes, contaminando acuíferos, esquilmando recursos, sin tener en consideración la “minería urbana” como forma avanzada de reciclaje y recuperación de materiales.

Así mismo, aunque no es la primera vez que se aboga por ello, en el contexto actual toma más relevancia la exigencia de un “incremento de presupuesto y dotaciones de los efectivos antiincendios, la no privatización de estos recursos y una planificación de prevención de incendios anual y estructurada”.

Pero además de estos ataques directos a los recursos naturales del mundo rural, se hayan en el manifiesto otras demandas asociadas al abandono institucional en materia de servicios públicos (sanidad, educación, transporte público…); en infraestructuras (carreteras y ferrocarril), “vías de comunicación en los territorios de la España vaciada planificadas desde hace décadas”, que faciliten su desarrollo en igualdad de condiciones y no la condenen al desequilibrio territorial; así como la exigencia de políticas en vivienda para el territorio rural, que favorezcan el asentamiento de nuevos pobladores y la emancipación y retorno de población joven.

El manifiesto, el formulario para la adhesión de más colectivos, y el modo de adquisición de bonos para colaborar con los gastos se pueden encontrar en su blog www.salvemoselmundorural.com




lunes, 8 de septiembre de 2025

Las consecuencias de la despoblación en el Financial Times



% de cambio de población 1970-2011


  • Cómo el éxodo rural avivó los incendios forestales mortales de Europa
  • El movimiento de trabajadores agrícolas a las ciudades en las últimas décadas ha creado vastas áreas de maleza inflamable en tierras abandonadas

Los letales incendios forestales que asolaron Europa este verano se vieron agravados por un largo patrón de despoblación que ha vaciado las comunidades rurales del continente. Las olas de calor récord vinculadas al cambio climático provocaron incendios que han matado a residentes y bomberos desde España hasta Turquía, pero los ministros y expertos dicen que los incendios fueron especialmente destructivos porque se propagaron sin obstáculos por tierras de cultivo abandonadas. Décadas de migración de aldeas rurales a zonas urbanas por parte de personas en busca de trabajo han convertido vastas extensiones de antiguas tierras de cultivo en vegetación silvestre altamente inflamable. Unas 20 personas murieron a causa de incendios en Grecia, Turquía y Chipre en junio y julio, seguidos de al menos ocho muertes en España y Portugal este mes. “A medida que las zonas rurales se vacían, las tierras abandonadas alimentan los incendios forestales”, afirmó Lamia Kamal-Chaoui, directora del Centro para el Emprendimiento, las PyMEs, las Regiones y las Ciudades de la OCDE, que ha advertido sobre los perjuicios del declive rural. “La respuesta reside en combinar medidas sólidas de prevención y respuesta a incendios con esfuerzos para revitalizar y sostener las economías rurales”.

Ciudades como Los Ángeles han sufrido daños por incendios forestales exacerbados por una tendencia paralela: los residentes de la ciudad que buscan más espacio han impulsado una expansión de la construcción de nuevas viviendas en áreas semirrurales propensas a incendios. “Aquí es al contrario”, afirmó Víctor Fernández García, experto en silvicultura y agricultura de la Universidad de León, en una de las regiones españolas más afectadas. “El matorral y los bosques están invadiendo los pueblos”. En el noroeste de España , los bomberos luchaban por controlar un incendio este mes, mientras que los enlaces de transporte se cortaron y miles de personas fueron evacuadas mientras un área de más del doble del tamaño del área metropolitana de Londres se quemaba. Hasta el jueves, 402.000 hectáreas habían sido quemadas por los incendios que aún arden, la mayor superficie dañada en España desde 1994, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS). La ministra española de Energía y Medio Ambiente, Sara Aagesen, dijo que era vital revertir la tendencia al “abandono rural” e intensificar los esfuerzos para reducir la “carga de combustible” de la vegetación no gestionada mediante la poda, el desbroce y la renovación del pastoreo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha afirmado que la catástrofe demuestra que «la emergencia climática avanza a un ritmo cada vez más acelerado». Sus ministros han establecido una relación directa entre los incendios y la ola de calor más intensa desde que se tienen registros en 1975, en la que las temperaturas superaron los 40 °C, con una media de 4,6 °C por encima de la media estacional. A principios de año, unas lluvias inusualmente intensas habían calmado una sequía pero también habían creado una explosión de vegetación exuberante y combustible. Un estudio de World Weather Attribution concluyó que el cambio climático hizo que los incendios forestales de junio y julio en Grecia, Turquía y Chipre fueran diez veces más probables. Sánchez ha pedido un pacto interpartidista para abordar el cambio climático, pero fue rechazado por el Partido Popular (PP), la oposición conservadora. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, fue ridiculizado por sugerir que España creara una base de datos nacional de pirómanos y los rastreara con tobilleras.

En Portugal, la superficie afectada es la mitad del territorio quemado por los devastadores incendios de 2017, que causaron la muerte de más de 60 personas. España y Portugal juntos representan dos tercios de toda la superficie devastada por incendios en Europa este año, según el EFFIS. El declive de la agricultura rural ha dejado al descubierto muchos poblados que antes estaban protegidos por cercados para animales, pastizales y huertos, que actuaban como cortafuegos, explicó Fernández García. En la provincia española de León, el número de granjas de ovejas y cabras se redujo de casi 34.000 en 1962 a poco más de 1.000 en 2020. "Los pueblos no corrían tanto peligro entonces", dijo. La OCDE advirtió el año pasado que un patrón similar estaba avivando la tensión en Grecia. «Este no es solo un problema de España, sino también de Europa», afirmó Kamal-Chaoui.

Si bien la despoblación ha reducido el número de personas amenazadas por los incendios en las aldeas reducidas, también ha creado comunidades compuestas principalmente por personas mayores que son más vulnerables. En Molezuelas de la Carballeda, un pueblo amenazado por los incendios en Zamora, España, la población se ha reducido a casi la mitad a 47 en la última década y la edad promedio de los residentes es de 70 años. El alcalde Alexandre Satue Lobo dijo que había sido "un poco complicado" evacuar a quienes estaban en sillas de ruedas o confinados en sus casas por otras razones. Francisco Martín Azcárate, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, dijo que la respuesta política debe incluir la eliminación regular del matorral mediante quemas controladas, cuyo uso ha sido limitado por regulaciones restrictivas. Es imposible que no haya incendios. Siempre los ha habido y siempre los habrá, dijo. Pero hemos pasado de incendios muy frecuentes pero pequeños, que no causaban grandes problemas, a incendios extensos e intensos. Megaincendios con temperaturas extremadamente altas y capacidad de extenderse por decenas de miles de hectáreas, prácticamente imposibles de combatir con los recursos disponibles.

Además de la expansión descontrolada de la maleza, Martín Azcárate afirmó que la moda, ahora en declive, de plantar nuevos bosques había aumentado el volumen de combustible potencial para los incendios. Argumentó que las ciudades y pueblos deberían protegerse despejando sus perímetros con poca o ninguna vegetación. En Portugal, José Pereira, investigador del Centro de Investigación Forestal, afirmó que reactivar el pastoreo era una forma de diversificar el uso del suelo rural. Si bien el pastoreo disminuyó debido a la disminución de las ganancias, Portugal ha puesto en marcha modestos experimentos con fondos públicos para intentar reactivarlo. “Es, en gran medida, un problema de desarrollo rural”, dijo Pereira. “¿Cómo intentamos mantener una población local que constituya una fuerza laboral mínima capaz de gestionar la tierra?”




martes, 26 de agosto de 2025

Entrevista a Jaime Izquierdo, autor de 'Una nueva economía para la aldea del siglo XXI'




Mundo rural, desarrollo local y medio ambiente, una tríada que está cada día más presente en la agenda institucional y de los medios de comunicación. Jaime Izquierdo Vallina (Infiesto, 1958) ha dedicado buena parte de su vida a estudiar estas conexiones que suelen despuntar en desastres como los recientes incendios forestales o cuando el riesgo de despoblamiento convierte amplios territorios es espacios desérticos. Él lo tiene claro y sobre ello ha escrito y sigue divulgando.

El autor de 'Una nueva economía para la aldea del siglo XXI', que presenta este martes 26 de agosto a las 19.30 horas en la librería Dlibros de Torrelavega, es un defensor de los valores y la conservación de la vida en el mundo rural y de la naturaleza, preocupado por su conflictiva coexistencia con el nuevo mundo urbano. Licenciado en Geología por la Universidad de Oviedo, ha desarrollado su carrera profesional fundamentalmente trabajando para el Gobierno del Principado de Asturias y en los ayuntamientos de Llanes y Langreo, siempre en áreas relacionadas con el Medio Ambiente y la gestión y conservación de los recursos naturales. Ha sido asesor para el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, además de ser autor de artículos y libros sobre esta temática, siempre con un trasfondo conservacionista y respetuoso con el medio rural y las tradiciones.

Empecemos por el libro que va a presentar en Torrelavega. En su obra constata un declive de la aldea como pieza clave del mundo rural y postula una nueva economía para su revitalización. 

¿En qué consiste esta nueva economía?

Durante siglos, e incluso milenios en algunos casos, las aldeas desarrollaron una economía propia —que hoy llamaríamos sostenible en términos agroecológicos— que sucumbió con la llegada y posterior hegemonía de la agricultura intensiva. La nueva economía para la aldea debe ser contemporánea, lógicamente, pero debe inspirarse en los principios de la economía campesina clásica e incorporar algunas novedades derivadas de las nuevas oportunidades que abre internet —teletrabajo, comercio y producción digital…— y del atractivo del rural para el uso cultural, recreativo, turístico, la vida saludable, la producción artística o la constitución de comunidades energéticas locales.

¿Cómo puede ser el encaje del turismo en el futuro de los pueblos? ¿El mundo rural puede acabar convertido en un parque temático de habitantes de la ciudad?

El turismo rural es una novedad relativamente reciente. Forma parte de las nuevas oportunidades, como acabo de comentar, pero no puede ser un monocultivo, no puede producir gentrificación y no debe desvirtuar los valores propios, desde la cultura del territorio a otros intangibles como el sosiego o el ritmo de vida de la aldea. Sabemos del poder transformador del turismo, por eso debemos organizarlo a partir de principios y límites.

Ciudades superpobladas, carestía de vivienda en las urbes, precariedad laboral... Sin embargo, el campo está despoblado, dispone de vivienda y oportunidades de trabajo. ¿Esto último puede ser una de las respuestas a lo primero?

Sí, sin duda. Siempre que encontremos y hagamos viable una nueva economía para la aldea, como representante principal de la ruralidad más genuina, o para las villas y pueblos. Estamos obligados a formular una propuesta alternativa a la vida en los suburbios de las grandes ciudades.

Como profesional que se dedicó toda la vida a los asuntos de medio ambiente y de desarrollo rural, ¿cómo ve el mundo rural en 2050 si nada cambia y en un contexto de cambio climático?

Diré una obviedad: a menos que modifiquemos el rumbo terminaremos donde nos dirigimos. Dicho sin ambages: o cambiamos o colapsamos. El cambio de rumbo, por tanto, no es una opción, es una prioridad. Y la crisis climática no es una patología, es uno de los síntomas —probablemente el más reconocido, pero hay más síntomas concurrentes— de una enfermedad grave que está relacionada con nuestro actual modelo económico basado en el hiperconsumo y la concentración. En consecuencia, y en ortodoxia médica, no deberíamos focalizar el tratamiento sobre el síntoma, sino sobre la enfermedad.

¿Existen territorios de desecho en España? ¿El norte lleva camino de ser lo que era la costa mediterránea hace décadas con todo lo que ello comporta?

Hay una máxima en el desarrollo local que dice: “No hay territorios sin futuro, sino territorios sin proyecto”. Hay casos de éxito en territorios aparentemente desahuciados que han revivido de la mano de emprendedores con una nueva visión, con una nueva mirada. Con respecto al norte, de lo que lleva camino es de 'mediterranizarse' en términos climáticos a la vez que el sur lo lleva de desertificarse. El atractivo del clima templado del norte, sobre manera en el litoral, con inviernos suaves y veranos frescos, está ya en el foco tanto de los turistas como de los nuevos 'trashumantes climáticos' que se están convirtiendo en nuevos residentes.

El clima templado del norte, sobre manera en el litoral, con inviernos suaves y veranos frescos, está ya en el foco tanto de los turistas como de los nuevos 'trashumantes climáticos' que se están convirtiendo en nuevos residentes

¿Es partidario de la privatización de la gestión de los recursos naturales?

Permítame antes una breve digresión. El concepto de “recurso natural” ha quedado restringido, a partir de los años ochenta del pasado siglo XX, solo a los recursos silvestres de fauna y flora. En puridad son tan recursos naturales el carbón como los urogallos o las sardinas, el agua como el aire que respiramos. Sin embargo, los departamentos de la administración y las leyes y planes de ordenación que llevan el añadido de “recursos naturales” solo hablan de espacios y especies protegidas. Es necesario detener esa deriva normativa, reduccionista y proteccionista, y abrir un debate de política regional sobre las relaciones entre la economía, la sociedad, el territorio, la ecología aplicada y los recursos naturales. Abrir un debate para establecer formas de relación de nuestra sociedad con la naturaleza. Pondré solo un ejemplo: la falta de aprovechamiento económico/ecológico de algunos recursos —los pastizales o las tierras de cultivo de montaña, por ejemplo, y el mantenimiento de la organización del paisaje en mosaico— está detrás del enorme incremento de superficie forestal, en uniformes y continuos territoriales de bosques cerrados de decenas de kilómetros, y de su enorme carga de biomasa no manejada que alimentan los imparables incendios de sexta generación que amenazan con llevarse por delante pueblos, aldeas y ciudades. Con respecto a su pregunta, no, no estoy a favor de la privatización de los recursos naturales, estoy a favor de un manejo óptimo, complejo y ecosistémico de los recursos naturales y de una ordenación del territorio que vaya más allá de lo estrictamente derivado del urbanismo y del desarrollo de las grandes infraestructuras.

Es inevitable que le pregunte por la actualidad. ¿Qué se está haciendo mal para que cada verano el fuego esquilme la España rural?

Los incendios ahora ya no son solo forestales, sino también agrarios y periurbanos. Llaman a las puertas de las ciudades aunque, de momento, los más perjudicados sean pueblos y aldeas. En los nuevos grandes incendios confluyen tres factores: el cambio climático como acelerante; la producción de una chispa, por causas naturales o artificiales, como detonante y la enorme cantidad de combustible acumulado en el monte como determinante. Desde mediados del pasado siglo, aproximadamente, el final del modelo campesino, local y extensivo de manejo del campo que acreditaba varios siglos de acierto en el manejo de los recursos naturales locales, dio paso al auge del modelo de desarrollo urbano e industrial de concentración que desembocó en el actual panorama: áreas urbanas densamente pobladas y extensas áreas rurales despobladas, abandonadas y sin manejo. La falta de una teoría económica alternativa a la economía de concentración e intensificación industrial está detrás del grave problema de estructura territorial que tenemos en el país. Eso fue lo que se hizo mal en el pasado, lo que se hace mal en la actualidad es no entender la raíz del problema y no consensuar reformas estructurales que van más allá de varias legislaturas; tener una clase política, tanto gobernante como aspirante, desenfocada y enzarzada en discusiones parciales y otra clase política neofascista emergente que utiliza el engaño, la visión torticera, el caldo de cultivo del descontento y las redes sociales para incendiar e intoxicar con mentiras y verdades a medias a la ciudadanía. Me preocupa tanto el desconcierto de izquierda y derecha como el auge del neofascismo.

Me preocupa tanto el desconcierto de izquierda y derecha como el auge del neofascismo

El trato de las administraciones en la prevención de incendios forestales, ¿es indicio de que el mundo rural no cuenta en la agenda de la política?

El asunto tiene más calado. Los dos grandes inventos de la humanidad han sido el campo y la ciudad. Y ambos estuvieron relacionados a lo largo de la historia porque eran interdependientes, se necesitaban mutuamente. La revolución industrial y urbana rompió esa relación y de ahí derivan muchos de los problemas actuales. O volvemos a relacionarnos buscando funciones complementarias y afectos mutuos o los problemas de seguridad territorial acabarán afectando gravemente a las ciudades porque no pueden vivir ignorando al campo.

¿Tiene constatado el retorno a un mundo rural? ¿Qué se requeriría para revitalizar el campo? ¿Infraestructuras de comunicación, servicios, recuperación de economías rurales...?

Hay un cierto retorno, pero no se puede hablar de reversión de los flujos. Las grandes ciudades siguen siendo los principales focos de atracción demográfica y económica. Con respecto a los requisitos para revitalizar el rural se me ocurren tres pilares: dignidad, entendida como la posibilidad de satisfacer en el campo las cinco categorías de las necesidades humanas; comunidad, entendida, por una parte, como la percepción de pertenencia a un lugar —arraigo— y, a la vez, a un grupo humano que sea capaz de organizar la acción conjunta y concertada de sus habitantes para acometer proyectos colectivos y más complejos que los meramente individuales; y funcionalidad, es decir, la capacidad para hacer viables y satisfactorias actividades de interés para la sociedad en general en los ámbitos de la gestión integral e integrada del territorio, la conservación activa de los recursos, la biodiversidad, la producción agroecológica de calidad y la seguridad ambiental.

Tradicionalmente, el mundo rural, ¿es un espacio de reacción política? ¿Se pueden aplicar políticas a largo plazo de lucha contra la despoblación y cuidado del medio ambiente desde una mentalidad conservadora?

Teodor Shanin acuñó el concepto de “la clase incómoda” para referirse a los campesinos porque no encajaban en ninguna de las clases sociales que se forjaron tras la revolución industrial y el dominio hegemónico del pensamiento único que propició la ciudad. Los rurales siguen siendo, en cierta manera y aunque ya no sean los campesinos de principios del siglo XX, la clase incómoda y tienen motivos objetivos para el descontento. Parte del problema, lo comenté con anterioridad, está en que ese descontento lo aprovechan torticeramente los populistas para crecer políticamente exacerbando la reacción, pero sin propuestas, y que los partidos mayoritarios no tienen capacidad para consensuar medidas a largo plazo y, como pasa mayoritariamente con la sociedad actual, les pesa la perspectiva urbana. La otra parte del problema radica en que, salvo excepciones, las comunidades rurales no pueden, no quieren, no saben o se encuentran con demasiados obstáculos para generar localmente proyectos colectivos que sirvan para revertir la situación.

¿Considera que ha habido en las últimas décadas un 'maltrato' de las ciudades hacia el campo? Me refiero a mentalidad, desprecio de la actividad del sector primario, supuestos fraudes en ayudas públicas, depredación del ecosistema y maltrato de especies en extinción, por ejemplo...

Hay una ruptura de relaciones y un enorme desconocimiento por parte de la sociedad urbana hacia la rural —que es muy compleja y muy diversa— y, también, mucho desconocimiento de las comunidades rurales hacia sus propias posibilidades. No es tanto una cuestión de hacerse reproches mutuos, pero el ecologismo urbano debería hacérselo mirar y las comunidades rurales deberían tener una mejor percepción de la importancia que, para su porvenir, puede tener la perspectiva agroecológica aplicada a la gestión del medio.

No se puede entender cómo se superó la pandemia sin el esfuerzo del sector primario en la cadena de suministro de alimentos. Sin embargo, la merma de explotaciones es continua y el despoblamiento sigue con lo que volvemos al inicio de la entrevista.

Sin duda, la producción y la distribución de alimentos se mantuvieron durante la pandemia con normalidad. Y sí, desde luego, la disminución paulatina del número de explotaciones y la concentración no auguran un futuro halagüeño. Por si fuera poco, los fondos de inversión están poniendo el ojo sobre las mejores tierras de cultivo. Por eso debemos insistir en la búsqueda de una viabilidad para el futuro del campo y de la agricultura.

Deme tres motivos...

Primero, más que un problema de relevo generacional, que también, tenemos un problema de “relevo organizacional” en la agricultura. Segundo, existen formas menos comprometidas y más gratificantes para trabajar que dedicarse a la agricultura. Tercero, como sociedad no estamos acertando en la búsqueda de formas de vida y dedicación a la agricultura que tengan el prestigio y la dignidad profesional que tienen otras profesiones urbanas.





domingo, 24 de agosto de 2025

Éxodo rural, incendios forestales y soluciones para un futuro sostenible ante el cambio climático




El éxodo rural está transformando los paisajes del Mediterráneo, y con ello, aumentando la vulnerabilidad de nuestros bosques a los incendios forestales. Según un artículo de El Confidencial, el abandono de las zonas rurales, sumado al cambio climático, crea un cóctel peligroso: tierras desatendidas que se convierten en combustible para incendios devastadores. En 2025, España ha visto arder 373.000 hectáreas, mientras que en Francia e Italia los incendios han arrasado miles de hectáreas en cuestión de horas. Pero, ¿Cómo podemos revertir esta tendencia y construir un futuro sostenible?

El experto Johann Goldammer, director del Centro Mundial de Monitoreo de Incendios, señala que centrarse solo en apagar fuegos es una estrategia cortoplacista. La clave está en diseñar paisajes menos inflamables. Aquí entra en juego la agroforestería: combinar agricultura, pastoreo y bosques para reducir el material combustible. Las cabras y ovejas, por ejemplo, pueden mantener a raya la vegetación seca, mientras que cultivos estratégicos disminuyen la densidad de bosques propensos al fuego.

Además, el abandono rural deja tierras en barbecho que la naturaleza reclama, acumulando madera seca que alimenta los incendios. Para contrarrestar esto, Goldammer propone un "bosque del futuro" adaptado al clima seco del norte de África, con especies menos inflamables y una gestión activa del territorio. Iniciativas como la renaturalización (rewilding), que introduce herbívoros para controlar la vegetación, o la sustitución de pinos por especies autóctonas como alcornoques y encinas, ya están en marcha en países como Portugal y Bulgaria. 

Soluciones contra la despoblación para un futuro sostenible 

La despoblación rural no solo agrava los incendios, sino que debilita la resiliencia de las comunidades frente al cambio climático. Algunas estrategias para revertirla incluyen:
  • Incentivar la vuelta al campo: Políticas que apoyen la agricultura ecológica y el pastoreo, ofreciendo incentivos económicos y formación para jóvenes.
  • Planificación territorial: Crear cortafuegos, puntos de agua y accesos para bomberos, junto con regulaciones que limiten construcciones en zonas de alto riesgo.
  • Renaturalización y agroforestería: Proyectos que combinen biodiversidad con actividad humana, como el ‘Cinturón Verde’ en Bulgaria, que reemplaza coníferas inflamables por especies más resistentes.
  • Cultura del riesgo: Educar a las comunidades sobre la prevención de incendios, promoviendo prácticas como el desbroce obligatorio cerca de viviendas.
Un futuro sostenible requiere que las tierras rurales vuelvan a ser espacios vivos, trabajados y gestionados con inteligencia. Combatir la despoblación no solo protege nuestros bosques, sino que fortalece la economía local y nuestra capacidad de adaptación al nuevo entorno climático.