martes, 1 de octubre de 2024

La Revuelta de la España Vaciada propone un ambicioso plan de financiación para zonas despobladas


El plan, con una duración de 25 años, busca destinar anualmente el 2% del PIB para equilibrar el desarrollo en las zonas más despobladas del país, incluyendo provincias como Segovia. Esta iniciativa podría marcar un antes y un después en la lucha contra la despoblación rural.


Surgido en 2019 como un movimiento social para luchar contra la despoblación y el abandono de las zonas rurales, la Revuelta de la España Vaciada ha presentado una propuesta de "Pacto de financiación solidaria" durante su sexta Asamblea general celebrada este fin de semana en Albarracín, Teruel. Este movimiento, que agrupa a diversas plataformas ciudadanas y asociaciones de provincias afectadas por la despoblación, ha logrado desde su creación poner la problemática de la "España vaciada" en el centro del debate político nacional.

Plan de financiación a 25 años

El plan, que busca equilibrar el desarrollo en todo el país, tendría una duración de 25 años y destinaría anualmente una cantidad equivalente al 2% del PIB para subsanar los déficits históricos en servicios e infraestructuras que han frenado el progreso de las áreas más despobladas. Esta propuesta surge como respuesta a la necesidad de una reforma en la financiación territorial que garantice la cohesión y la prestación de servicios de calidad en todo el territorio nacional.

Para llevar a cabo esta iniciativa, se creará un grupo de trabajo que desarrollará la propuesta y concretará medidas específicas, incluyendo un listado de infraestructuras pendientes y aplazadas durante décadas, como carreteras, ferrocarriles, hospitales y otros servicios sociales.

Reivindicaciones y problemáticas abordadas

Entre las conclusiones de la asamblea, destacan también la exigencia al Gobierno central de cumplir sus promesas respecto a la prestación de servicios públicos a 30 minutos y la evaluación de políticas públicas mediante el mecanismo de garantía rural. Además, se abordaron otras problemáticas como la supresión de paradas de autobús, la falta de vivienda en el medio rural y la instalación masiva de energías renovables, minas o macrogranjas.

Iniciativas innovadoras para revitalizar el medio rural

La Revuelta de la España Vaciada ha puesto en valor iniciativas del tejido asociativo rural, como la creación de comunidades energéticas y propuestas de vivienda colaborativa para rehabilitar edificios en ruina, demostrando su compromiso con soluciones innovadoras para revitalizar las zonas rurales.

La próxima asamblea anual se celebrará en la comarca de Molina de Aragón, Guadalajara, considerada el kilómetro 0 de la despoblación. Esta elección subraya el enfoque del movimiento en las áreas más afectadas por el declive demográfico.

Impacto potencial en Segovia y otras provincias

Esta propuesta de financiación solidaria podría tener un impacto significativo en provincias como Segovia, que se han visto afectadas por la despoblación y la falta de inversiones en infraestructuras y servicios esenciales. El plan representa un paso más en los esfuerzos de la Revuelta de la España Vaciada por influir en las políticas públicas y fomentar un desarrollo más equilibrado en todo el territorio nacional.





domingo, 29 de septiembre de 2024

La Gran Kedada Rural de Kuartango concluye con éxito y una asistencia de 1.800 personas




La Gran Kedada Rural de Kuartango se salda con una asistencia de 1.800 personas. Un balance "positivo", que hace a la organización tomar aire para empezar a preparar ya la próxima edición, “porque la habrá”, asegura Iván del Caz, director de Rural Citizen.

“Está muy bien. De hecho, no queremos que crezca demasiado y se nos vaya de las manos; nuestro objetivo no es ése sino que las personas que vienen a Kuartango se relacionen y hagan contactos”, apunta.

Repercusión

Esta cuarta edición –la tercera presencia, ya que la primera fue online– “ha venido una pareja de Brasil expresamente a la Gran Kedada y otra persona desde Londres.

Son casos puntuales, pero también un reflejo de lo que Kuartango mueve en tres días. Además, se han acercado al antiguo balneario, sede del semillero de empresas Kuartango Lab emprendedores y emprendedoras procedentes de Canarias, Cádiz, Galicia, Asturias, Valencia, Extremadura, etc.
El 'Espíritu de Kuartango'

Es el denominado Espíritu de Kuartango, indica Del Caz. “Se trata de reactivar el mundo rural, ver todo lo que se está haciendo, los proyectos e iniciativas en marcha y hacerlo de forma positiva; cambiar el chip y acabar con estereotipos negativos”, ensalza el director de Rural Citizen.

Talento

El viernes fue la jornada de mayor afluencia de asistentes, coincidiendo con la jornada dedicada al talento, a exponer todo lo que se está trabajando en el mundo rural. Se desarrollaron mesas redondas sobre temas diversos, como alcaldes emprendedores, energía consciente e industria e innovación rural. Se visitaron las empresas asentadas en Kuartango Lab y, como broche, se celebró un espacio de conversación con Jordi Évole y Depedro.

Teatro y conciertos

El sábado, el pueblo también estuvo animado en la jornada dedicada a la cultura, con el afán por tender puentes entre ciudades y pueblos gracias a la fuerza tractora de la música y el ocio. Sobre todo, gracias al plato fuerte, los conciertos de Depedro y al exitazo del grupo El Naán Trío.

“Fue un exitazo, vino muchísima gente”, destaca Guillermina García, mientras se prepara para dar una clase de yoga y un paseo botánico por el pueblo para reconocer plantas medicinales y silvestres comestibles.

Tradición

Hoy, jornada dedicada a la tradición, ha sido día de puertas abiertas en Kuartango, con acceso libre; un homenaje a raíces y costumbres transformando el concepto de las ferias tradicionales.

Sobre las mesas, una gran variedad de productos: quesos, productos de belleza, estética y medicinales, miel, quesos, libros, imanes, postres, bolsos y complementos... Todo ello en una amplia sala decorada con fotografías del temática rural.

Kuartango Lab

Cuenta Del Caz que no hay en el Estado muchas iniciativas similares a la de Kuartango Lab. Este proyecto cuenta con la ventaja de la amplitud de sus instalaciones. 5.000 metros cuadrados sobre los que se asientan 12 empresas de variada actividad: sidrería, conservera ecológica, editorial, yoga, costura, comunicación, tecnológica, cooperativa, consultoría, pilates, investigación y la propia sede de Rural Citizen.

Y todavía hay espacio para más. “De hecho, hay al menos dos nuevas firmas interesadas en instalarse, una de elaboración de cerveza y otra de arte floral”, avanza.

Yoga y paseo botánico

Guillermina García, ya en pleno paseo botánico por Kuartango, es una de las emprendedoras que ha elegido el antiguo balneario como se de la firma Pachamama Amalurra.

“Estamos muy contentas con la idea de la Gran Kedada Rural. Viene mucha gente de visita al pueblo gracias a los espectáculos que se organizan. Pero, sobre todo, porque nos sirve para hacer relaciones con otras asociaciones y proyectos del Estado con los que tenemos intereses comunes, así que beneficia al pueblo y a nosotros”, destaca.

A caballo entre Kuartango y Salinas de Añana, García da clases de yoga en Salinas, Espejo, Lantarón y Vitoria, además de talleres de plantas medicinales.

Explica que en Kuartango hay una variedad “increíble”: romero, tomillo, rosa, lavanda... Y también de silvestres: diente de león, ortigas, cola de caballo...

“Son plantas que normalmente pisamos y pasamos por encima sin enterarnos de lo que son y de sus propiedades. Son plantas que ayer mostró a su público en el paseo botánico por Kuartango.

Hacer contactos

A la hora de hacer balance de la Gran Kedada Rural, Iván del Caz destaca la repercusión a nivel nacional que ya tiene el encuentro. “Este año, por vez primera, ha venido un representante de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ministerio que también ha premiado la iniciativa. “De diez proyectos seleccionados entre más de mil, uno es el de Kuartango”, subraya orgulloso.

Destaca igualmente la importancia económica que el evento tiene para Kuartango y Añana por la cantidad de gente que atrae, y el ambiente cercano que se respira.

“Los asistentes se llevan un buen recuerdo y un montón de contactos; antes venía más gente atraída por los conciertos, pero ahora se quedan a pasar los tres días. La Gran Kedada Rural repercute de forma positiva en toda la zona”, considera del Caz.

Retrato nómada

Kuartango es también la parada número 23 de un proyecto muy especial: Retrato Nómada: archivo rural contemporáneo. Se trata de una iniciativa impulsada por el estudio nómada de fotografía Nomad Studio para crear un gran archivo con más de 10.000 retratos de habitantes de la España rural a través de 100 pueblos.

Cada persona que se deja fotografiar recibe su retrato impreso en papel al momento. Nomad Studio entrega también una copia al Ayuntamiento para que los custodie.

Hasta el momento, ha realizado 2.772 retratos, unos 300 en Kuartango, valle en el que viven 450 habitantes. Pero lo más destacable es que los autores llegan a la conclusión de que el Valle de Kuartango “se está rejuveneciendo”, con una edad media de cuarenta y tantos, a pesar de ser una de las zonas rurales en peligro de vaciarse.
Instalaciones escultóricas

Hasta Kuartango ha llegado también la obra visible en Kuartango Lab de Nacho Arantegui, artista que ha ambientado cada espacio con instalaciones escultóricas diseñadas específicamente para cada lugar interactuando con el territorio, a base de plantas, minerales y objetos propios de la zona rural.





martes, 24 de septiembre de 2024

El poder del lugar




No hace demasiados años, y poco después del libro seminal del geógrafo Yi-Fu Tuan, “Topophilia”, la geógrafa Doreen Massey publicaba otro libro bajo el título “Geography Matters!” que sería un auténtico revulsivo. He ahí dos pequeñas muestras, entre otras tantas, de un cambio de paradigma social y cultural en el que ya nos hallamos inmersos de lleno.


El cambio se inició, tímidamente, hace unas pocas décadas y ha ido cogiendo impulso en los últimos años, y esto se detecta de forma clara simplemente observando cómo están cambiando las relaciones que la gente mantiene con los lugares. El modelo de crecimiento y los valores sociales imperantes hasta hace muy poco se ven cuestionados por nuevas actitudes ante el trabajo, ante los recursos naturales, ante el lugar. Se reclama una vida más completa, más llena de sentido, en la que el individuo sea el dueño de su destino, controle su propio tiempo, se alimente de forma más sana y viva una existencia en plenitud. Asistimos, en efecto, a un reencuentro, a un redescubrimiento del lugar y, en este proceso, el mundo rural está adquiriendo un papel muy relevante. Se está manifestando una nueva territorialidad que se expresa a través de una nueva mirada al territorio, de un reencuentro con el lugar a través de nuevas e imaginativas fórmulas por parte de una sociedad civil que no tiene ningún problema en reconocer la importancia que tiene vincular las emociones a los lugares y a los paisajes. La experiencia humana del espacio y del lugar no sólo no ha perdido relevancia, sino que ha ido a más.

Habíamos olvidado que la vida es, en esencia y al mismo tiempo, espacial y emocional. Interactuamos emocionalmente y de forma continuada con los lugares, a los que imbuimos de significados que retornan a nosotros a través de las emociones que nos despiertan. La memoria individual y colectiva, así como la imaginación, más que temporales, son espaciales. Las categorías geográficas básicas que se aprenden en la escuela, o las que utilizamos en nuestra vida cotidiana, conllevan asociaciones emocionales. Experimentamos emociones específicas en diferentes contextos geográficos y vivimos emocionalmente los paisajes porque estos no son sólo materialidades tangibles, sino también construcciones sociales y culturales impregnadas de un denso contenido intangible, a menudo sólo accesible a través del universo de las emociones.

No es casualidad que aparezcan a diestro y siniestro tantas iniciativas, proyectos y estrategias que vinculan lugar y creación. En mi opinión, la razón de fondo que lo explica es la emergencia de un nuevo paradigma y el fin de una determinada manera de entender nuestro entorno, de gestionarlo y de relacionarnos con él. La modernidad nos indujo a pensar que el espacio geográfico era sólo un espacio geométrico, casi topológico, y que los lugares eran simples localizaciones fácilmente identificables en nuestros mapas a partir de un sistema de coordenadas que nos marcaba su latitud y longitud. Y ahora nos damos cuenta de que esto no es exactamente así, sino que el espacio geográfico es, fundamentalmente, un espacio existencial, conformado por lugares cuya materialidad tangible está teñida, bañada de elementos inmateriales e intangibles que convierten a cada lugar en algo único e intransferible.

Lo sabíamos. El mundo siempre había sido así y los lugares siempre se habían vivido de esta manera, pero en las últimas décadas lo habíamos olvidado. Ahora, por fin, lo estamos redescubriendo. Estamos reaprendiendo que los lugares son los puntos que estructuran el espacio geográfico, que lo cohesionan, que le dan sentido. El lugar proporciona el principal medio a través del cual damos sentido al mundo y a través del cual actuamos en el mundo. Los seres humanos creamos lugares en el espacio, los vivimos, los imbuimos de significado y generamos sentido de lugar. Nos arraigamos y nos sentimos parte de ellos. Los lugares, a cualquier escala, son esenciales para nuestra estabilidad emocional porque actúan como un vínculo, como un punto de contacto e interacción entre los fenómenos globales y la experiencia individual. En los lugares vivimos un tiempo y un espacio concretos; habitamos, en el sentido heideggeriano del término, una porción de la superficie terrestre, de dimensiones y escalas muy variadas.

En este proceso de reinvención del lugar el mundo rural está adquiriendo un protagonismo impensable hace pocos años. Efectivamente, estamos asistiendo a la emergencia de nuevas ruralidades y de nuevas vocaciones territoriales que convierten lo rural en un entorno cada vez más diverso, más plural, más plurifuncional, más transversal, más innovador, más creativo, más desacomplejado, más protagonista. Este dinamismo cuestiona de raíz alguno de los pilares de nuestro imaginario colectivo, en concreto el que asocia el mundo rural a la permanencia, la inmanencia y la salvaguarda de determinados valores ligados al pasado y a la tradición. La innovación, la creatividad, el cambio y la transformación siguen asociándose mayoritariamente y casi exclusivamente a la ciudad.

Y, sin embargo, es precisamente en el mundo rural donde se hallan algunas de las iniciativas más innovadoras y creativas en ámbitos tan diversos como los de la generación de energías renovables autogestionadas, la lucha contra el cambio climático, la agroecología, las nuevas formas de participación ciudadana y de gobierno del territorio, las reinterpretaciones de lo que habitualmente se entiende por desarrollo local, la emergencia de redes alternativas de producción y de consumo, la creatividad artística en el sentido más amplio de la palabra y un largo etcétera de actividades, proyectos e iniciativas mixtas, híbridas, poliédricas y, por ello mismo, difíciles de encasillar. Sin embargo, todas ellas comparten un rasgo común: han escogido conscientemente el entorno rural para llevarlas a cabo. Dicho de otro modo: los lugares elegidos no son un simple escenario, sino un actor de primera línea. Tanto es así que las personas que encabezan esta renovación no sólo han optado por vivir y trabajar en estos lugares, sino que forman parte decididamente del lugar: ‘son lugar’. Y esta comunión con un lugar elegido a conciencia les da los instrumentos necesarios para re-significar ese lugar, para imbuirlo de nuevas significaciones que contribuyen -y mucho- a rehacer el imaginario colectivo.

Por mucho que nos movamos y nos desplacemos, por más que viajemos, por más globales que nos sintamos, seguimos experimentando la necesidad existencial de identificarnos con un lugar determinado, o con muchos a la vez y de distintas escalas. Nunca he creído en la expresión ‘ciudadano del mundo’, entendida como la no pertenencia a ningún lugar. Se es ciudadano del mundo ‘desde un lugar’. Experimentamos, vivimos y amamos a otros lugares a partir de un marco referencial local concreto, tangible, que no es ni mejor ni peor: simplemente, ‘es’. Y, a diferencia de lo que algunos piensan, este ‘retorno’ al lugar no significa volver inevitablemente a formas premodernas de identificación territorial, tal y como es interpretado este fenómeno por parte de una sesgada forma de entender el cosmopolitismo, muy mediática por otro lado.

Entender el retorno al lugar de esta manera sería, en efecto, nefasto y peligroso. No podemos volver al lugar en clave de repliegue por impotencia frente a un mundo inseguro e incierto. No se trata de volver a espacios microsociales impregnados de lógicas tribales y corporativas. No se trata, metafóricamente hablando, de levantar murallas de nuevo en nuestros pueblos y ciudades. No es eso. El retorno al lugar que ahora se está produciendo va en una dirección totalmente contraria a la anterior. Se trata de un retorno en clave progresista y crítica en busca de nuevas formas de vida y de organización social.

La vieja dualidad campo-ciudad se ha visto superada por las radicales transformaciones estructurales a las que hemos asistido y estamos asistiendo últimamente: el reconocimiento político y social -ahora sí- de un cambio climático que nos aboca al abismo, la ineludible transición energética, la reivindicación cada vez más extendida de una alimentación sana que acerque productor y consumidor, la digitalización del conjunto de la sociedad y la generalización en el uso de internet, el cuestionamiento de la democracia representativa y la reivindicación de una auténtica democracia directa y participativa, la exigencia de nuevas formas de gobernanza de los lugares y de los espacios de la vida cotidiana, un cambio cultural extraordinario que apuesta por la geocreatividad, etc., etc. Todas estas y otras muchas son transformaciones estructurales y transversales, en el sentido de que afectan a fondo al conjunto de la sociedad y del territorio.

Esto no significa que hayan desaparecido las diferencias entre el campo y la ciudad. Lo que ha sucedido es que a todos y a todas, vivamos donde vivamos, nos afectan estas transformaciones. Sin embargo, las diferencias entre el espacio rural y el urbano están ahí y no quedan circunscritas sólo a cuestiones tan evidentes como la menor densidad de población o la fisonomía del paisaje, sino que van bastante más allá. No tienen sólo que ver con el mejor o peor acceso de unos y otros (rurales y urbanos) a servicios y equipamientos, sino que son de carácter existencial, vital. Que la vieja dualidad campo-ciudad se haya diluido en muchos sentidos no significa que sea lo mismo vivir en un sitio o en el otro.

Son precisamente las transformaciones estructurales y transversales que citaba hace un momento las que han incrementado las relaciones e interacciones campo-ciudad, tanto a título individual como colectivo. Los nuevos pobladores del campo provienen mayoritariamente de la ciudad, con la que siguen manteniendo el contacto. Asimismo, los productores autóctonos (y no sólo de productos agrarios) establecen lazos directos con los consumidores urbanos. Por otro lado, desde el sector cultural, aquellos que han optado por desplegar su creatividad en el mundo rural, tarde o temprano trasladarán el resultado de su proceso creativo a la ciudad, cerrando así el círculo. Y así sucesivamente.

En definitiva, está emergiendo una nueva mirada hacia los lugares, hacia el territorio, que es mucho más integral, mucho más transversal, que quiere dialogar con los paisajes de la vida cotidiana y quiere involucrarse en su gestión. Una nueva mirada que aspira a reforzar el sentimiento de pertenencia a la comunidad y a incrementar la autoestima por el lugar. Y el arraigo a un lugar y el sentimiento de pertenencia que se desprende de ello es un paso previo y fundamental para el activismo cultural y social.