sábado, 28 de octubre de 2023

«Para frenar la despoblación bastaría con que el trabajo en el sector primario estuviera mejor remunerado»



“Si un día tengo un hijo y me dice que quiere ser pastor, le daría un abrazo. Sería la persona más feliz del mundo”. Así de rotundo se muestra Kevin Herrero, un joven de 26 años que regresó a su aldea en la Valencia profunda para retomar el oficio de sus antepasados -es la cuarta generación-, el pastoreo de ovejas. Hace la afirmación ante la mirada atenta de su novia Tania, con la que lleva ocho años y dos de convivencia, y rodeado de su rebaño de 800 ovejas.

Kevin, como todos los quintos de La Cuevarruz (una aldea de Alpuente), se mudó a Valencia cuando terminó la educación básica para seguir formándose. En su mente estaba la idea de estudiar veterinaria, pero rápidamente se dio cuenta que le tiraba mucho más la tierra, el campo y los animales. Así que volvió a casa y desde hace cuatro años está con las ovejas.

Heredó el rebaño de su padre, que hace dos años era de 500 cabezas. Hoy mueve 800 ovejas con la ayuda inestimable de su fiel compañera de trabajo, Koko. Una perra de color canela que solo tiene ojos para Kevin. No aparta la vista de su dueño, está atenta a cualquier indicación que le pueda dar para mover al ganado con una precisión matemática.

En toda la demarcación de Alpuente, que aglutina varias aldeas, el censo es de poco más de 600 personas y las expectativas de futuro no parecen muy halagüeñas en materia demográfica.

“En un futuro no muy lejano, tristemente, este territorio lo veo despoblado. La media de edad es muy alta. Me gustaría imaginarlo de otra manera. Me gustaría que hubiera más jóvenes como yo, que se quedaran en las aldeas para que pudiera haber relevo generacional y mantener de esta forma la vida”, lamenta Kevin mientras observamos en directo como pare una oveja a pocos metros de nosotros.

A pesar de todo, este joven pastor valenciano no quiere ser pesimista y le gusta imaginar que la España vacía tiene futuro. “Dentro de unas décadas, si las políticas agrarias y la burocracia no nos entorpecen demasiado, creo que hay brotes verdes”, la afirmación la hace desde el conocimiento profundo del entorno. Kevin está convencido de que “podemos vivir realmente del campo y el pastoreo si las trabas no son muchas”.

El abandono de las zonas rurales en España, según señala Kevin, llegó en la época en la que sus padres eran jóvenes. “Con mi edad decidieron irse a las capitales en busca de otros trabajos para tener más calidad de vida. En ese momento se vaciaron los pueblos y solo quedó la gente mayor”, analiza.

Para revertir esta situación, Kevin indica que la solución pasa por conseguir que “el trabajo del sector primario esté mejor remunerado. Con eso sería suficiente para que la gente apostara por el mundo rural. Porque en el campo hay muchas cosas buenas. Tenemos una calidad de vida muy buena, diferente a la de las ciudades, pero yo no la cambio”, señala.

Kevin nos explica a modo de ejemplo la diferencia de precio que recibe él como pastor a la hora de vender sus ovejas. Por un cordero de 20 kilos recibe 70 euros, cantidad que se dobla cuando se vende en las carnicerías. A esto hay que añadirle que los gastos de producción cada día son más altos, lo que reduce cada vez más el margen que le queda al ganadero.

La vida de un pastor es la de una dedicación absoluta a las ovejas durante los 365 días del año. Dicho así es una esclavitud, pero Kevin le quita hierro. “Tienes mucha libertad, no tienes nadie que te mande, pero realmente te tiene que gustar lo que haces”. Aunque reconoce que “tienes la obligación de estar todos los días del año en el campo pese a la climatología, pese a tu estado de ánimo o de tu salud”. Pero concluye de forma tajante: “Yo realmente hago lo que me gusta y no lo cambio por nada, por nada”.

La juventud tiene la etiqueta de estar más pendiente de divertirse que de otra cosa. En una aldea, como La Cuevarruz, el entretenimiento sigue vinculado al campo. “Mi ocio es poder disfrutar de la naturaleza. Me gusta mucho la caza. Mis hobbies están muy vinculados a la fauna y el campo”, concluye.
 
 
 
 
 
 

miércoles, 25 de octubre de 2023

Curso en Sepúlveda: Ecoturismo Práctico (30 de octubre)

 


 

 

 

Continúa la lenta decadencia del Nordeste de Segovia

 
El pan no llega a Grado del Pico, Santibáñez ni Estebanvela

Son varios los meses desde que el panadero dejó de ir a algunas localidades del nordeste para repartir el pan como es habitual.

Daniel Sierra, presidente de la Asociación Cultural ‘La Matilla’, quiso denunciar, a través de esta redacción, que un alimento básico como es el pan no llega a un número de localidades de la zona siendo las más afectadas Grado del Pico, Santibáñez y Estebanvela.

En palabras de Sierra, anteriormente “llegaba el panadero todos los días, al igual que lo hacían un día o dos a la semana el carnicero, pescadero y frutero en una furgoneta donde llevaba el género para vender”.

El panadero que visitaba estas localidades se jubiló y decidió traspasar el negocio, pero el nuevo obrador, después de unos meses explicó a los vecinos que «no le salía rentable debido al precio de la gasolina y la electricidad».

Tras no encontrar a ningún panadero ni horno que les llevara el pan, decidieron organizarse para que cada día baje un vecino distinto a Ayllón o Riaza y compra el pan para todos.

En otras localidades cercanas como Saldaña de Ayllón, Corral de Ayllón, Ribota o Santa María de Riaza consiguieron llegar a un acuerdo con el panadero de Riaza para que acudiera todos los días a vender el pan y bollería a los vecinos.

Para dar a conocer y denunciar este caso, Daniel Sierra contactó con la Diputación de Segovia, pero nunca obtuvo una respuesta clara. También escribió una carta al Defensor del Pueblo, y al igual que con la Diputación, no consiguió respuesta.

Este es un problema que llevan sufriendo muchos ciudadanos desde hace tiempo y Sierra explica que «los políticos dejan caer a la España vaciada al no poder proporcionar un servicio básico como es la alimentación”.

Publicación original

 

 

 

martes, 17 de octubre de 2023

Estudio de la UNED sobre las peñas en Castilla y León como dinamizadores sociales y económicos

 
 
El grupo de profesores de Etnografía y Patrimonio de la UNED colabora en un estudio que analiza estas tradicionales agrupaciones festivas en Castilla y León como dinamizadores sociales y económicos.

En Cuéllar y en otros muchos pueblos de la geografía segoviana como pueda ser Sepúlveda, Ayllón, El Espinar, Riaza, Coca y una larga lista, bien saben lo que es ser de una peña y lo que estas hacen por mantener vivas las fiestas de sus localidades. En el caso de Cuéllar solo las peñas con sus socios mueven a más de 1.000 personas directamente de todas las edades, pero sus actividades ocupan una parte central de la programación festiva de cada día y atraen a muchos vecinos a participar en ellas.

Desde el grupo de trabajo 'Etnografía y Patrimonio' integrado por un grupo de profesores de Antropología y otras materias sociales de la UNED están estudiando «el papel que juegan las peñas dinamizando la población y la economía de sus localidades y su contribución como puente para tradiciones y punto de encuentro entre generaciones». El proyecto que cuenta con la colaboración de la empresa cervecera Mahou, se está llevando a cabo en toda Castilla y León.

A finales de este mes de octubre acaban el trabajo de campo que se ha desarrollado de forma presencial en las fiestas de muchas localidades y también a través de encuestas online en las que puede participar cualquier peña. La intención es que en noviembre se puedan conocer las conclusiones y que el informe sirva para avalar la candidatura para que las peñas sean reconocidas a nivel autonómico como 'Bien de Interés Cultural'.

En el caso de la provincia de Segovia cuentan con la colaboración de peñas del barrio de San Lorenzo en la capital, pero en la provincia han llegado a Coca, Ayllón, Juarros de Voltoya, Carrascal de Río, Valle de Tabladillo, Siguero, Prádena, Castroserna, Boceguillas, Bercimuel, Santo Tomé del Puerto, Hontalbilla, Tabanera del Monte, El Espinar, Sepúlveda, Riaza y Cuéllar. Antes de que acabe el mes les gustaría recibir respuesta por parte de peñas de localidades como Nava de la Asunción, Navas de Oro, Fuentepelayo y localidades de menor número de habitantes.

Según explica la profesora de la Uned, Paz Gómez Fernández, «fue una propuesta directa de Mahou que tenía interés en revalorizar y hacer visible este tipo de organizaciones sociales que crean y organizan fiesta en Castilla y León». En líneas generales la población entiende por peña, la agrupación de amigos. En esta idea va la definición que plantea Gómez. «Es un concepto bastante amplio que se resume en un conjunto de personas ligadas por amistad, familia o vecindad que se unen con la intención de crear fiesta y generar un tiempo y espacio festivo y compartir este tiempo diferente a la vida cotidiana», apunta.

Teniendo en cuenta la información que han recabado hasta el momento, Paz afirma que «Segovia es una provincia muy activa y que tiene mucho asociacionismo, muy participativa y alegre. Son peñas que funcionan de forma autónoma en el espacio festivo pero que colaboran con las instituciones en la manera de crear la fiesta. Son aliadas de primer orden y son una fuerza social que en muchos casos sostiene la fiesta y las localidades pequeñas de la comunidad».