viernes, 21 de marzo de 2025

Casos de emprendimiento en los pueblos segovianos de la Sierra de Guadarrama



“Nos resultó difícil explicarle a la comunidad en la que estamos inmersos lo que hacemos y ganarnos su confianza”, comienza diciendo Estíbaliz Delgado, fundadora de Tamanka Teatro, una compañía que ofrece representaciones teatrales en plena naturaleza. Palmera de nacimiento y con raíces castellanas, aterrizó en Santiuste de Pedraza (Segovia) hace 14 años y, desde entonces, desarrolla su actividad profesional en las localidades de la comarca: “Descubrimos que nuestra sede central está aquí, en una antigua escuela pública que reabrimos como espacio para trabajar desde el medio ambiente”. El municipio, que cuenta con 80 habitantes, se encuentra bajo el paraguas de Segovia Sur, una asociación sin ánimo de lucro que se ocupa de la dinamización social, cultural y económica en el mundo rural con la ayuda de los fondos europeos Leader y la Junta de Castilla y León. En marcha desde 1992, han conseguido desplazar grupos de emprendedores hasta la sierra de Guadarrama con el objetivo de frenar la despoblación.

El grupo de acción local brinda amparo a un total de 52 villas y 112 núcleos de población, emplazados en el sureste de la provincia. “Europa te pide una cuerpo y superficie mínima para optar a la ayuda, por lo que hemos agrupado el territorio en superficies homogéneas”, explica María José Gil, gerente de la entidad. Testigo de la huida que se produjo hacia las zonas campestres durante la pandemia por Covid-19 en España, su compromiso se reforzó: “Algunos tuvieron la oportunidad de retornar a sus aldeas de origen en busca de una mejor calidad de vida”. Empleados de todo tipo comenzaron a aflorar, ofreciendo a sus empleados la opción de teletrabajar desde áreas verdes. “Muchos de ellos se quedaron”, reconoce orgullosa. Fue entonces cuando nació el proyecto Red de Espacios Coworking, una iniciativa que dota a los entornos rústicos de la región con habitaciones colaborativas con la esperanza de atraer gente joven. Arcones, Navafría, Tizneros y Valsaín, que no superan los 400 habitantes, ya han inaugurado los suyos.

60 euros al mes

Dirigidos a autónomos y pequeñas empresas, estos lugares se ubican en edificios obsoletos o en desuso, como antiguos domicilios de funcionarios públicos o centros formativos. “Se han rehabilitado y dotado de internet, salas de reuniones y descanso. Hemos conseguido que los visitantes alarguen su estancia porque tiene un lugar de trabajo”, añade. Aunque en época estival alcanzaron el 100% de ocupación, no ocurre lo mismo en invierno, cuando la cifra se desploma notablemente. No es el caso de Estíbaliz, quien acude al coworking de Navafría regularmente desde que abrieron sus puertas: “Es un sitio donde me concentro, algo que en casa nunca consigo. No tengo nada que me distraiga”. Su relación con Segovia Sur nació años atrás, cuando desembarcaron en Santiuste de Pedraza con una única ilusión bajo el brazo: “La cultura y el arte en España no son una profesión fácil, pero nosotros apostamos por convicción y, con el tiempo, se nos ha dado la razón”. Tras la ola de contagios entendieron que hacían lo correcto.

“Al salir del confinamiento vimos que la gente prefería moverse en ambientes abiertos y libres. Hacer arte en la naturaleza es fundamental”, defiende. A día de hoy y junto a su equipo en la compañía, Delgado fusiona la interpretación con proyectos artesanales de la zona, ofreciendo una experiencia similar a la de un parque temático. “Incorporamos productos de kilómetro cero y complementamos la propuesta con la actividad de otros emprendedores del entorno”, relata. A ojos de María José, el medio rural se está fortaleciendo y cada vez cuenta con más oportunidades laborales: “Decimos a los jóvenes que salgan fuera y se formen, pero luego retornen a realizar su desarrollo personal y profesional”. Los espacios de estos cuatro municipios tienen unas tasas públicas de 60 euros al mes con todos los servicios incluidos. “Eso en Gran Vía ascendería a 500 o 600”, asegura Gil, quien anima a todas las corporaciones a ofrecer la posibilidad del teletrabajo a sus empleados para que puedan salir de las ciudades “verticales” y “contaminadas”.

Juan Pedro Municio abandonó Valdemoro con la llegada de la pandemia y, desde entonces, vive en Arconcillos, un barrio de Arcones en el que habitan seis personas en invierno y 40 en verano. Allí trasladó la compañía especializada en marketing digital y desarrollo de aplicaciones que fundó su padre entre Madrid y Segovia. “Decidimos que no queríamos volver. Compramos una vivienda a la que tuvimos que hacerle unas cuantas mejoras y, a lo largo de toda la reforma, estuvimos haciendo nuestras funciones desde el coworking”, narra. Ahora, meses después, lo compagina con reuniones presenciales en la capital dos veces al mes: “Sin esta posibilidad no hubiéramos comprado la casa. La sociedad se ha acostumbrado a las videoconferencias y tardo lo mismo hasta la capital que cuando vivía en Valdemoro”. No todo ha sido sencillo, pues los trámites burocráticos para domiciliar la empresa en un concejo prácticamente deshabitado no han dejado de aparecer: “Se hace muy pesado”. Sin embargo, para él pesan más las ventajas que los inconvenientes a la hora de vivir en el campo.

Servicios deficitarios

“Profesionalmente no ha habido tantos cambios como personalmente. Hay un sentido de comunidad que en la metrópoli se ha perdido. Cuando llaman a la puerta y es para darte unos boletus recién cogidos del monte”, comparte entre risas. Durante los tres primeros meses en el pueblo, calculó un ahorro de 1.200 euros con respecto a lo que habría gastado en la urbe: “Hay muchos gastos hormiga que nos hemos ahorrado, como la comida a domicilio. Eso no existe”. Al igual que Estíbaliz, ha colaborado con Segovia Sur en diferentes proyectos que promueven el emprendimiento a través de charlas. “Haremos un encuentro en el rincón de Arcones para negocios locales sobre las ayudas europeas. Queremos visibilizarlo. La gente no sabe que aquí hay empleo y es posible vivir bien”, expresa. En su caso, es imprescindible caminar una hora por la montaña antes de encender el ordenador, algo impensable en su anterior residencia. Ella, que vivió y se formó en Madrid, recuerda con pesadumbre esa etapa: “Sé lo que es mal moverse en una gran ciudad”.

Ambos están de acuerdo en que todavía falta un largo camino por recorrer, especialmente en lo relativo a la política, donde ellos ponen el foco a día de hoy. “Sólo se acuerdan de la despoblación cuando llegan las elecciones. Quieren quitar el autobús que pasa por el pueblo porque es deficitario. Los servicios son deficitarios porque somos pocos y, en vez de atraer nuevos habitantes, recortan aún más lo que tenemos”, critica Municio. La actriz al frente de Tamanka, por su parte, cree que la red de co-trabajo es necesaria e insuficiente al mismo tiempo: “Para que las familias se establezcan hay que implantar mejoras políticas que ofrezcan un acceso fácil a la vivienda con precios sostenibles”. Como otros tantos, han comprobado que se pueden conectar desde cualquier lugar del mundo, aunque asentarse en la España vaciada no hubiera sido posible sin las ayudas complementarias brindadas por la Unión Europea: “No es necesario irte a un centro comercial para desconectar. Es mejor hacerlo en un espacio en el que respires y la belleza alimente tu alma”.

Ha pasado un lustro desde la declaración del estado de alarma en nuestro país y, echando la vista atrás, María José tiene claro que su efecto en lo profesional ha sido positivo. “Para nosotros ha supuesto el origen del proyecto. Han visto que son capaces de ser productivos online y el hecho de que las empresas lo instauren es una oportunidad para fijar población y que el talento que tenemos en el territorio se quede a trabajar desde los pueblos”, razona. A modo de embajadores, las historias de Estíbaliz y Juan Pedro se suman al impacto positivo de Segovia Sur en el medio rural, que crece y se nutre de los conocimientos y experiencias que llegan a sus pueblos: “Cuando viene gente con talento y lo comparte, nos enriquecemos”. En la mente de la asociación está la misión de promover el asentamiento de grandes familias y nuevos emprendedores en la comarca que mitiguen el abandono de la zona. Arcones, Navafría, Tizneros y Valsaín han sido los primeros, pero quizás, dentro de unos años, la red de coworkings llegue a abarcar la totalidad de la sierra de Guadarrama.





No hay comentarios:

Publicar un comentario