¿Qué es una ciudad?
Pues dicho de forma rápida: una ciudad es un sistema físico en el que ocurren cientos de miles de interacciones humanas y económicas todos los días. Una geografía construida, cuya naturaleza básica es la concentración.
Por eso Madrid no es únicamente un municipio de 3,4 millones de habitantes. Es una gran ciudad que conforma una región metropolitana de más de 7 millones de personas y cuyo sistema se extiende ya a lo largo de tres provincias, con una influencia (mal le pese a muchos) que llega mucho más allá de las costas de la Península Ibérica. Y es ese Sistema Madrid el que todos notamos que está mutando. Hay un cambio de escala que se acelera a gran velocidad. El sistema se hace más y más complejo conforme aumentan su tamaño y sus conexiones. Cada año el sistema crece en más de 120.000 personas llegadas en buena parte de Hispanoamérica.
Esta tendencia podría cambiar, podría acelerarse la venida de hispanos si la economía de sus países empeora, y también podría ocurrir que el mix entre la baja natalidad y el final de la vida de muchas personas nacidas entre 1950 y 1970 frene el crecimiento de la ciudad. Pero no es descabellado plantearse que en 2050 esta conurbación rondará los 10 millones de habitantes y un 30% del PIB nacional. Entonces Madrid será una ciudad de la segunda mitad de la tabla dentro de la primera división de ciudades globales. Y tendrá que competir —no por voluntad propia sino porque las demás ya lo hacen con nosotros— contra otros sistemas urbanos mucho más grandes y ricos. Londres, Nueva York, Tokio, Singapur, París, Estambul, Dubai, Shanghái, el Randstad holandés…
Por eso, el gran reto que tenemos por delante consiste en que este cambio de escala genere más círculos virtuosos que viciosos, tanto para Madrid como para el resto de España. Y este reto, que no podemos esquivar, es mayúsculo.
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Las personas tendemos a concentrarnos en aquellos lugares donde hay más oportunidades. Como dije al principio, está en la naturaleza de las ciudades. El dinero llama al dinero y como es en Madrid donde ocurren las cosas, es allí donde va la gente. Y como en Ávila (a solo 85 km de Madrid, pero a casi dos horas en tren) ocurren pocas cosas, la gente se marcha y cada vez ocurren menos cosas. Los círculos virtuosos que suceden en Madrid son los círculos viciosos que ocurren en otros lugares. ¿Cómo cambiar el sentido de ese flujo? Podemos prohibir a la gente que se mueva, podemos cortocircuitar los círculos virtuosos de Madrid o quizás podemos incorporar a Ávila a esos círculos. Podemos "metropolitanizar" esa ciudad y convertirla en parte del gran sistema socioeconómico madrileño.
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Quien de forma infantil y miope piense que frenando o desmantelando Madrid conseguirá que sus jóvenes no se marchen, se equivoca. Se irán. Pero lo harán a esas otras grandes ciudades, que ya parten con ventaja y que entonces la aumentarán. Habrá más empresas, como la "holandesa" Ferrovial que cruzarán los Pirineos. Más talento joven saldrá por la frontera para no volver. El campo se venderá a grandes fondos como ocurrió en Ucrania y España se convertirá definitivamente en un país de camareros para los turistas de aquellos países que succionan nuestro talento y nuestros recursos.
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Siguiendo en el escenario negativo, cuando dentro de diez o quince años la esperanza de vida de la generación del baby boom se acerque al tiempo de descuento, el abismo demográfico fuera de las grandes ciudades será brutal. Para entonces, si se ha frenado el crecimiento de Madrid, este no podrá aumentar la demanda que necesita de productos agrícolas y manufacturados y, por tanto, no habrá podido ayudar a fortalecer la industria y robustecer el futuro en muchas provincias del interior. Será entonces cuando el efecto succión sea demoledor. Pero no lo será por voluntad propia, sino porque muchos de quienes buscan "poner freno a Madrid" se verán obligados a emigrar precisamente a Madrid en lo que podría ser un segundo éxodo rural tan importante como el de hace seis décadas.
Publicación completa del artículo: Por qué frenar a Madrid nos empobrecería a todos rápidamente
Y la gente obsesionada con las ciudades
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